La calle Rumihurco se congestiona en la mañana. Por allí salen los buses que conectan a 11 barrios del noroccidente. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
Como si tener una casa de un cuarto, una cocina y un baño, y vivir en ella con sus cuatro hijos no fuese suficiente, Ana Clavijo debe caminar por una calle de tierra 15 minutos para poder tomar un bus. Ella vive en Mirador, uno de los 11 barrios altos ubicados en la loma del noroccidente donde se asientan otras zonas populares como La Roldós, Consejo Provincial y La Pisulí.
Si tuviese carro propio, Ana podría salir hasta La Ofelia, ubicada a 6 km, en 15 minutos. Pero su oficio de limpiar casas no le permite comprarse uno, por lo que debe abordar un bus, y tarda 50 minutos en llegar a la estación del Metrobús.
En esa loma viven más de 50 000 personas y cuentan con seis líneas de transporte que resultan insuficientes.
A las 07:00, la calle Rumihurco, por la que los buses que suben a estos barrios salen a la Mariscal Sucre, es intransitable. La vía tiene dos carriles por sentido pero a esa hora se arman tres filas de autos que buscan llegar a la Occidental.
Los buses bajan repletos, algunos con las puertas abiertas. Los estudiantes de colegio, niños e incluso mujeres con bebés en brazos viajan agarrados de los tubos, sosteniéndose fuerte para no caer.
Ana asegura que esa es la realidad de todos los días. Antes era peor, dice. Se tardaban más de una hora y 15 minutos Su hermana vive en Catzuqui de Velasco, donde la situación también es compleja. Pasa un bus cada 40 minutos y el fin de semana, cada hora. Las actividades de la gente deben acoplarse al sistema de transporte.
Clemencia Marimba, Angelita Chicaiza, Mario Quito son otros de los vecinos de Plan Techo y del Consejo Provincial que también han tenido que aprender a madrugar para llegar puntuales al trabajo. Salen de casa antes de las 06:00.
Leonado Cuestas, presidente de La Roldós, y Ramón Pinoargote, también directivo, piden que se mejoren las frecuencias, sobre todo entre las 06:00 y las 08:00, y que se asfalte 1 km que une la parte alta de la loma con la antigua vía a Nono, para que sirva de desfogue.
Quienes viven en San José de Morán (Calderón), San José Obrero, Guamaní Alto, Santo Tomás y la Valencia también padecen una situación similar.
En La Roldós. A las 06:30 las personas hacen largas filas para poder tomar una unidad que las lleve hasta La Ofelia. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
Según un informe de la Secretaría de Movilidad, en el Distrito se generan 4,6 millones de viajes al día. De ellos, 3,8 millones son motorizados y el 73% de ellos (2,8 millones) se hace en transporte público.
En al menos 16 sectores de Quito el sistema de transporte es deficiente. No llegan buses y los que lo hacen no abastecen. La gente debe tomar camionetas o taxis informales y terminan pagando más. De allí la importancia de la reestructuración de rutas con la entrada en operación del Metro. Con esto se busca mejorar el servicio sobre todo en zonas que hoy tienen problemas. Se espera que a más tardar la próxima semana, la Comisión de Movilidad reciba una propuesta por parte de la Secretaría de Movilidad respecto a las tarifas, tema que debe estar resuelto para poder sacar a licitación la concesión de la operación del Metro.
El concejal Eduardo del Pozo, miembro de la Comisión de Movilidad, indica que hasta el momento se ha presentado un informe con la propuesta de la antigua administración que incluye dos opciones: una tarifa fija y una variable. La primera implica el pago de un solo valor por el Metro y el sistema integral, y la segunda propone pagos diferenciados dependiendo del km recorrido, del horario, entre otras variables.
Para Cristóbal Buendía, del Observatorio de la Movilidad, la tarifa diferenciada no es una buena opción, ya que las personas que viven en las zonas periféricas son las que tienen menor capacidad de pago.