De las tiendas quiteñas, en donde en los años setenta se alquilaban llamadas, se pasó al teléfono de fichas en los noventa. Y luego, en el 2002, al monedero o al auricular de tarjetas, que salvaba de un apuro a los transeúntes. Una década después,
1 264 monederos siguen en operación en Quito.
Esto ocurre pese a la penetración que tiene el celular en la actualidad. En la zona urbana, el 60% de ciudadanos cuenta con un teléfono móvil; el 8,8% de la población tiene ‘smarphone’, un equipo con acceso a la Internet. Eso según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos. Algo similar ocurre en Cuenca y Guayaquil.
Pese a esto, en lugares de alta concentración de personas en Quito existen teléfonos públicos. En la terminal de la Ecovía, en la Río Coca, este año la Corporación Nacional de Telecomunicaciones (CNT) instaló cinco aparatos monederos. En el lugar hay cabinas de Movistar y al frente unas de Claro.
En los teléfonos estatales se puede usar monedas de USD 0,05; 0,10 y 0,25. Una llamada de cinco minutos local cuesta USD 0,10; una nacional, 0,20 y a celular 0,22. Por igual tiempo, sin IVA, puede telefonear a Estados Unidos, Canadá, Chile, Colombia y Venezuela: 0,25. A España e Italia: 0,40Cuba: 1, 04.
José Vallejo es controlador de los alimentadores de la Empresa Reina de Quito. Si se le acaba el saldo va a una cabina o coloca una recarga. Pero otros pasajeros, más que nada colegiales, consideran indispensable que exista un teléfono público disponible las 24 horas del día.
Este año, CNT ha colocado 65 equipos en los sistemas Trolebús, Ecovía y Metrobús. En una segunda fase instalarán 85 más en entidades de Gobierno como centros de detención provisional y en dependencias como ministerios y oficinas públicas.
En el Cementerio de San Diego, en el Centro; en un Megamaxi y en el Mercado de Iñaquito, en el norte, entre otros puntos de la capital, funcionan los monederos colocados por la desaparecida Andinatel.
Christian Tarco vende CD y DVD, de 08:00 a 16:30, en ese mercado. Como no tiene celular usa el monedero para recibir llamadas de su esposa Gabriela, quien marca el 2467…
“Cabinas mi causa”. Esa frase se lee en una hoja pegada en el teléfono público. Sobre él también aparece un listado con sus contactos (apodos y números).
Otro aparato, de los más antiguos, da tono en la Facultad de Comunicación de la Universidad Central. Hay estudiantes que dicen que son tiempos del celular y de las tabletas.
Pero Joyce Montalvo, de 19 años, defiende ese servicio. Cursa el segundo semestre y el ciclo anterior se quedó dos semanas sin celular, tras haber sido asaltada. Un día olvidó un ‘flash memory’ en casa y usó el teléfono público para pedir a su familia que la socorriera.
En la Plaza Grande, en el Portal Arzobispal, alquilan llamadas en cabinas. Pero, también, sobrevive un monedero’ junto al restaurante ‘No tan Santo’. Érika Núñez, su administradora, indica que a veces se lo usa.
Pablo Cuvi, cronista y editor de libros sobre Quito, recuerda que entre los años sesenta y setenta era normal ingresar a las tiendas y pedir “una llamadita” por 40 centavos de sucre.
Luego llegaron los teléfonos públicos a la capital. Cuvi señala que algunos cayeron en manos del vandalismo: les hacían rayones y les arrancaban el auricular. Ahora, apunta, hay más celulares que ecuatorianos.
En países como España, Estados Unidos y Colombia, los teléfonos públicos pasaron de moda y las empresas a cargo han explorado opciones para adecuarlos a estos tiempos.
En Colombia, la Empresa de Teléfonos de Bogotá (ETB), según diario El Tiempo, desarrolla un plan piloto para modernizarlos. Incorporó wifi a 40 teléfonos públicos.
En Ecuador, al momento CNT elabora las bases para la adquisición de nuevos terminales de telefonía pública que brinden facilidades para ofrecer nuevos servicios; lo que se concretaría en el 2015.
CNT no proporcionó cifras comparativas, por año, del uso de teléfonos públicos en Quito.
La empresa solo explicó que su área de recaudación analiza el rendimiento de los aparatos para conservarlos o reubicarlos. Señaló que ahora registran un bajo índice de vandalismo porque los aparatos son robustos. Además, que las líneas están protegidas con sistemas antifraude. Tampoco en una empresa privada de telefonía celular dieron detalles sobre los teléfonos de la calle.
Para Cristina Coronel, de Tropic, operadora de turismo receptivo, los turistas que visitan la capital normalmente buscan acceso a wifi. Ellos traen sus celulares u otros equipos. Los teléfonos fijos de los hoteles y los públicos ya no son el único medio de comunicación. Cuenta que es común que se conecten por Skype o correo electrónico.