‘Si uno suma toda la energía que se ha liberado en forma de terremoto en el mundo, se dará cuenta que el 25% de esa energía se ha liberado en Chile”, asegura Sergio Barrientos, director de la oficina de sismología de la Universidad de Chile.
Cuesta creer que un país con un problema sísmico de tal magnitud, donde en marzo de este año se registró un terremoto de 8,8 grados, uno de los más fuertes de la historia, solo haya realizado dos grandes inversiones en instrumental técnico. La primera fue en 1908, dos años después del terremoto que sacudió Valparaíso. Y el encargado de instalar los sismógrafos fue Ferdinand Montessus de Ballore.
Por casi 20 años Chile estuvo a la vanguardia tecnológica. Pero se tardó casi un siglo en renovar su instrumental. Después del terremoto de Aysén en el 2007 la Universidad de Chile presentó al Gobierno el proyecto que hoy se encuentra en etapa de licitación.
El último trimestre de este año deberían estar funcionando las 65 estaciones troncales que permitirán transmitir en tiempo real la información a la central de procesamiento en Santiago. Además, contarán con 75 estaciones de GPS y 300 instrumentos de movimiento fuerte.
A diferencia de lo que ocurre actualmente, la Onemi recibirá la información. “Vamos a instalar un monitor en la Onemi y otro en el Shoa que replicarán los resultados que obtengamos”, asegura Barrientos.
Por su parte, la Red Nacional de Vigilancia Volcánica es un proyecto Bicentenario que nació en respuesta a la erupción del Volcán Chaitén en el 2008. Esta red ampliará de ocho a 43 el número de volcanes monitoreados instrumentalmente —los más peligrosos de Chile de un total de 122 activos— lo que permitirá anticipar la llegada de un ciclo eruptivo, evaluar su desarrollo y definir los escenarios probables con consecuencias potenciales.
Ambas redes, junto a la Dirección Metereológica, el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (Shoa) y la Dirección General de Aguas del Ministerio de Obras Públicas, son los principales organismos que mantienen contacto permanente con el Centro de Alerta Temprana de la Oficina Nacional de Emergencias (Onemi).
Pese a los cuestionamientos a los que ha sido sometida por su accionar en el terremoto del 27 de febrero pasado, la Onemi sigue siendo la principal organización técnica del Estado a cargo de la coordinación entre los distintos sectores e instituciones del país.
Durante el primer semestre, la nueva administración de la Onemi potenció las campañas masivas. El programa ‘Atento Norte’, incluye una serie de simulacros en el borde costero de las principales ciudades norteñas, con la finalidad de “fomentar los sistemas de alerta temprana y educar a la población en el ámbito de las conductas preventivas y seguras frente a eventos telúricos de mayor intensidad”, explican.