Mélida Jara, empresaria y defensora pública.
Mélida Jara brinda asesoría legal gratuita a víctimas de delitos sexuales, desde el 2006. Hasta la fecha ha atendido alrededor de 25 causas. A su morada llegan familias de diferentes provincias, parroquias y ciudades en busca de una solución a las vejaciones que han sufrido. Ella se encarga de todos los procesos judiciales, inclusive participa de las aprehensiones y orienta a las personas agredidas a especialistas en psicología.
Una tarde de noviembre del 2007, Mélida Jara, acompañada por una de sus hijas, ingresó a una casa de la cooperativa Plan de Vivienda de Santo Domingo. Fue en busca de una joven de 13 años, quien presuntamente habría sido víctima de un padre pedófilo. Ni el machete que portaba el hombre ni las amenazas que le profirió detuvieron a la mujer.
Armada únicamente de valentía, Jara tomó de la mano a la menor y huyó con ella de ese hogar, en el que supuestamente el “regalo del Día del Padre fue una violación”.
Este y otras decenas de casos similares han sido patrocinados y asistidos legalmente de manera gratuita por ella. Jara se ha dedicado a brindar asistencia jurídica gratuita a las víctimas de ataques sexuales, durante los últimos ocho años.
Un suceso familiar, del que prefiere no hablar, motivó a esta empresaria y madre de familia a iniciar sus estudios de jurisprudencia en el 2006 Ese acontecimiento personal dio un giro a su vida. Desde entonces buscó instancias judiciales para que su caso fuera resuelto. La lentitud de la justicia y los excesivos precios de la defensa dieron largas a su denuncia. “Los abogados me pedían miles de dólares por defender la causa, pero jamás lograron que se hiciera justicia”.
En su paso por juzgados y fiscalías se dio cuenta que su situación también la vivían cientos de mujeres. “Me convencí de que la única forma de hacer justicia era conociendo de leyes, por eso me inscribí, a mis 42 años, en la universidad para estudiar Jurisprudencia”. El sueño de graduarse de abogada se convirtió en realidad en diciembre del 2008.
Mélida Jara recuerda que en sus inicios como defensora empírica pedía a abogados que le ayudarán con algunos trámites, ya que ella no podía firmar como jurista.
Su casa se convirtió en una especie de oficina jurídica y centro de recuperación de algunas menores maltratadas. Ella construyó una habitación, donde albergaba a chicas en casos extremos.
Jara desea que ninguna persona sufra la impotencia, “de no poder ver a su agresor tras las rejas. No debe haber impunidad”.