Noviembre de 1959. Cuatro entrañables amigos: César Larrea y Luis Banderas, jefes de Información de Últimas Noticias y EL COMERCIO, respectivamente; Luis Alberto Valencia y Gonzalo Benítez, integrantes del insuperable dúo ecuatoriano Benítez-Valencia, se reunieron una noche para una partida de “40”, y fue cuando surgió la idea de encender la autoestima, el espíritu cívico y el amor a la ciudad, en un marco de música y alegría, con motivo del aniversario de la fundación española de Quito.
Hasta entonces, la conmemoración transcurría casi desapercibida. Se limitaba a una sesión solemne del Cabildo el 6 de diciembre, la inauguración de unas pocas obras y punto. No había participación popular.
El ‘Potolo’ Valencia sugirió esa noche memorable que se despierte a la ciudad, en la mañana del 6, con el tradicional albazo, con la intervención de las bandas del Municipio, Ejército, Policía, etc., y qué mejor que se haga la invitación a través del Diario quiteño. Los directivos del vespertino y de EL COMERCIO, señores Carlos y Jorge Mantilla Ortega, apoyaron la idea y autorizaron la campaña.
Manos a la obra. César Larrea asumió el reto con entusiasmo. El 21 de noviembre se publicó en Últimas Noticias, en primera página, en grandes caracteres: “Música quiteña para el 6 de diciembre.- Invitamos a los barrios para el albazo quiteño”. Se perfeccionó la idea y se hizo un cambio: “Serenata en homenaje a Quito en vez del albazo”, decía el 26 el Diario de la Tarde.
Y llegó la noche del 5 de diciembre, con signos de alegría y presagios de que el llamado hecho por el Diario encontró magnífica aceptación y que era un buen comienzo de la variación que se quería dar a la conmoración del aniversario de Quito, enfatiza César Larrea, en sus “Memorias de las Fiestas de Quito”.
Así fue el origen del que luego sería apoteósico homenaje de amor y respeto a Quito. Y expresión de alegría, civismo y unidad nacional. En 1960 se realizó la primera feria taurina y paulatinamente se organizaron el Desfile de Carretas del Rocío, el Mundial de 40, la competencia de coches de madera, el Desfile de la Confraternidad, la Minga de la Quiteñidad, la elección de Reina de Quito, el pregón, etc., con la colaboración de varias instituciones y bajo la batuta del Municipio capitalino. Lamentablemente, años más tarde se desvirtuó la masiva participación popular, por el excesivo consumo de alcohol en algunos actos, lo cual es necesario evitar ahora, por el prestigio de la festividad y por los graves peligros que acechan.
En acto de justicia se ha decidido rendir homenaje a César Larrea Velásquez, artífice de la fiesta de Quito y único sobreviviente de los cuatro soñadores que concibieron la idea y la plasmaron en realidad hace 50 años.