Reds. Política y Sierra Centro
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Pese a que su voz no es grave, cuando se dirige a sus comunidades, luego de algún triunfo, sus palabras causan eco. Sin micrófono, trepado en una silla de piedra de la Plaza Grande, gritó con entusiasmo: “Por la dignidad de los pueblos, hemos firmado un acuerdo en el cual damos carácter al avance del Estado plurinacional”.
Marlon René Santi Gualinga (Sarayacu, 1976) habló frente a las bases luego del diálogo que mantuvo la dirigencia con el presidente Rafal Correa. Era uno de sus mayores logros políticos.
Hoja de vida
Marlon Santi
Está casado con Miriam Cisneros y tiene cinco hijos. En Quito, Santi alquila una pequeña pieza cerca de la sede de la Conaie.
Ganó la Presidencia de la Conaie por unanimidad. Luis Macas le entregó el bastón de mando.
Disfruta estar en familia. Su plato favorito es el caldo de gallina criolla.
Desde pequeño fue el mejor en la caza y en la pesca. La selva, los ríos, los árboles son sus dioses. Así se crió Santi, en un paisaje virgen de guadúas y árboles de chonta. Por eso, la defensa de su territorio fue siempre la lucha del actual presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie).
Lo aprendió de su madre Beatriz, quien fue una de las líderes de su comunidad Sarayacu, en el Puyo (Pastaza). Santi, entonces, era un joven que se adentraba en la lucha ambiental.
Su primer gran enfrentamiento fue en 2004, cuando se opuso, con el apoyo de toda la comunidad de Sarayacu, a que la empresa petrolera argentina Compañía General de Combustibles (CGC) explotara petróleo en el Bloque 23, argumentando daños a la ecología en su comunidad.
Parte de su activismo permitió que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en ese año, ordenara el gobierno de Lucio Gutiérrez proteger a los sarayacu.
El rostro canela y los ojos negros y rasgados de Santi casi no parpadean cuando está en momentos de tensión. Él fue el protagonista del momento de mayores roces durante el diálogo que la
Conaie tuvo con el presidente Correa, el lunes por la tarde.
En el salón de banquetes de Carondelet, el Mandatario le preguntó que “quién fue el estúpido que dijo que la Amazonia representa solo el 2% de la población”. Santi respondió sin reparos: “Usted señor Presidente”.
“No voy a la Presidencia de la Conaie por dinero, sino con la firme decisión de servir a nuestro pueblo”.
Marlon Santi
Presidente de la Conaie La risa que motivó esta respuesta entre los delegados indígenas, sin embargo, no lo contagió. Permaneció serio, mirando al presidente Correa.
Santi está al frente de una Conaie que busca revitalizarse. Del éxito de este joven dirigente, por tanto, depende el reto que se ha impuesto esta organización indígena. Las protestas que se iniciaron hace 15 días, y que se radicalizaron en la Amazonia, obligaron al Gobierno y a los indígenas a gestionar un acercamiento.
Humberto Cholango, titular de la Ecuarunari (filial de la Conaie en la Sierra), reconoce que pese a que Santi ha sido el líder más joven que ha tenido la organización, su fortaleza y liderazgo lo han sorprendido.
En los primeros días de la movilización, los indígenas lucieron desarticulados porque la cúpula de la Conaie y la dirigencia de la Sierra alentaban el diálogo presidencial. Pero en Puyo y Macas (Morona Santiago) se insistía en radicalizar las protestas. Sobre todo cuando estas se tornaron violentas, durante los enfrentamientos con la Policía, el 30 de septiembre en Macas.
“Mi reto como dirigente es recuperar la razón de la existencia de nuestra organización nacional indígena”.
Marlon Santi
Presidente de la Conaie Santi dejó su oficina en Quito para viajar al Puyo y apoyar la lucha amazónica, pero sin descuidar el escenario de diálogo político con el Gobierno.
En Sarayacu lo consideran su líder natural. Su presidencia, en 2004, fue clave para que su imagen se enarbolara entre las comunidades como el gran opositor de las petroleras. A pesar de que su presencia evoca la del indígena en combate: con su rostro pintado, difícilmente su carácter pierde la tranquilidad que lo caracteriza, Santi es un líder que proyecta confianza.
De serio y perseverante lo califican sus allegados. Es un trabajador infatigable, cuenta su prima y mano derecha, Patricia Gualinga. Esas cualidades fueron básicas en su carrera de ascenso en la política indígena.
En 2004 fue amenazado de muerte, como consecuencia de las luchas contra las petroleras en Sarayacu. Fue golpeado en Quito antes de asistir a una reunión con el CIDH. Esos momentos están grabados en la memoria de Mario Melo, abogado de Sarayacu. “Marlon se aferró a su espiritualidad”.
Es tal su arraigo a la selva, que luego de ganar la presidencia de la Conaie, en enero de 2008, permaneció enfermo los primeros meses debido a trastornos respiratorios y digestivos. Poco a poco se ha adaptado al clima natural y político de Quito.