Santiago Albán Sánchez
El gobierno de la revolución ciudadana se ha dado el lujo de jugar con lo más preciado del ser humano, la libertad, nuestra libertad.
Intenta imponer a los universitarios una Ley que coarta libertades y quiere que los ciudadanos no puedan seleccionar la información que podemos ver o escuchar.
La última manifestación es el “heroísmo” de los magnos funcionarios con el cierre de radio Arutam y Teleamazonas.
Vaya hazaña del régimen con estas acciones tratando de demostrar su poder creciente.
Ahora, como se dice en el argot popular, “nos quieren dar escogiendo” qué información debemos recibir.
Qué pena a lo que estamos llegando. ¿Qué sigue ahora? ¿Una Gestapo, una KGB?
Por suerte fallaron los comites barriales, idea de algún enamorado de la revolución cubana que quiere mantener vigilada la sociedad día y noche.
Qué pena que la misma Carta de Montecristi que dedicó un capítulo entero a los derechos de libertad, con énfasis en el artículo 66, haya sido violentado.
El ejemplo es no haber permitido la circulación por el territorio nacional de compañeros estudiantes de otras provincias a la Capital por reclamar el derecho a opinar y expresar libremente el pensamiento en todas sus formas y manifestaciones.
Hemos llegado a someternos a un régimen que juega con nosotros queriendo convertirnos en máquinas o robots, imponiéndonos lo que le parece, quitándonos la libertad de elegir de expresarnos, de representarnos, de manifestarnos.
Paradójicamente, ex funcionarios del Gobierno salen tan campantes del sistema penitenciario por la ineficiencia de jueces y asambleístas que permiten estas irregularidades.