Todo funciona más o menos de acuerdo a lo previsto. La nueva ley de comunicación, prensa o medios –como se llame- se aproxima, cada vez con más apuro.
Ya no hay debates. En la Comisión, la mayoría vota a paso de vencedores y la minoría intenta las últimas protestas, en vano. Hay versiones de que esta es la ley más importante, la perla de la corona. Carondelet calla pero no otorga. ¿Para qué va a hablar hoy si ya lo hizo durante casi tres años, semanalmente? Rolando mira feliz el episodio y anuncia su tercer Panchanazo. El Corcho sostiene que no es verdad inexorable que sus muchachos levanten siempre las manos, por fuerza de la costumbre, como afirman los chismosos. El caso avanza, de acuerdo a lo anunciado con entusiasmo e iras. ¿Y ahora?
Larga, interesante y accidentada es la historia del periodismo ecuatoriano. Muchos medios, de todos los tamaños y calidades, se esfumaron en el camino. Pocos sobrevivieron en un ambiente difícil. No han faltado los problemas con los gobiernos de turno, pero coyunturales.
Se aproxima el debut de una ley con sanciones y todo. ¿Buen negocio (político) para el Gran Jefe y su cúpula? No tanto. Ahora el público está sospechando que los periodistas van a ser muy, pero muy prudentes o buenitos a fin de no caer en manos del Gran Consejo o lo que sea. ¿Quién va a juzgar lo que la prensa puede decir o callar, subir o bajar el tono? ¿Un Consejo encabezado por un delegado de alguien que simpatiza tanto con la prensa como se puede comprobar los sábados? Se aproxima una etapa experimental sin antecedentes.
Una reforma en el campo de la educación superior suena bien, sin duda. Antes había prácticamente una sola universidad, la Central. Allá por 1946 apareció la Católica, como un suceso.
Luego vinieron otras –con interesantes ofertas y con obvios vacíos- y, de pronto, en los últimos años se dio paso a la proliferación, que tampoco es buena. Hay discrepancias con el proyecto, reclamos por un exceso de presencia gubernamental.
Corresponde formular votos para que funcione un diálogo o un triálogo. Si este paso resulta eficiente y práctico, en buena hora. Varias observaciones serias se han formulado respecto a la Ley de Aguas.
Uno de los problemas es que en varias zonas del país hay déficit, aunque parezca raro en el caso del líquido elemento y los repartos van a resultar caóticos y perjudiciales. Se necesita una autoridad seria, serena y bien informada.
Varios sectores realizan manifestaciones de protesta y reclamo. Los periodistas no son guerreros, como los shuar, ni tienen flechas. Tampoco son entrenados en las calles ni numerosos como los estudiantes. Sus lectores son de todos los sectores y diferentes ideas. Pero no faltan las razones y más cuando se aproxima –con canciones y prédicas- una ley sancionadora para la prensa.