Es interesante constatar lo que sucede en los países europeos respecto a los medios y la libertad de expresión.
Hay que valorar la madurez de los gobiernos y la población para opinar libremente sobre los acontecimientos políticos, económicos, culturales, científicos, deportivos y el acontecer diario en esos Estados.
Al leer los periódicos, escuchar la radio o mirar la televisión se ve que la ciudadanía está enterada de los problemas y toma partido con sus críticas y comentarios, a veces duros e irónicos, que son aceptados democráticamente.
La TV dedica enormes espacios para discutir los hechos sobresalientes de la política y los asuntos de interés cotidiano, sin ninguna censura y en auditorios bien dotados.
No deja de sorprender la calidad de los humoristas que llegan a esos programas y hacen gala de su desfatachez e ironía para cautivar al público.
En Suiza, por ejemplo, hay periódicos matutinos de formato pequeño y gratuito en los buses, estaciones del metro y tranvías y los usuarios leen en el transcurso del viaje o lo llevan para hacerlo en otro momento.
El derecho a la libre expresión e información es la base primordial de un Estado democrático y el respeto irrestricto a los ciudadanos.
Eduardo Rodríguez Vaca