Los arqueólogos estudian los hallazgos encontrados en el Cerro Jaboncillo, donde se tiene la hipótesis de que ahí se asentó una megaciudad de la Cultura Manteña. Foto: Patricio Ramos/EL COMERCIO
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(F-Contenido Intercultural)
Las estribaciones rocosas de cerro Jaboncillo, a 4 km en
el noreste de Portoviejo, fueron parte de un asentamiento a gran escala de la cultura Manteña. Entre las rocas, cubiertas por tierra y vegetación, aún se conserva parte de lo que fue la infraestructura de una megaciudad Manteña, indica el arqueólogo José Marcos Suárez. Él trabaja -desde hace seis años- junto a sus colegas Marco Vargas, Estefan Bohórquez y Oswaldo Tobar en la búsqueda de información de este asentamiento ancestral.
Actualmente, el Centro Cívico Ciudad Alfaro lleva la investigación del proyecto Hojas-Jaboncillo junto a los cuatro expertos. El objetivo es hurgar entre la tierra hasta dar con pistas que confirmen que el sitio de 3 500 hectáreas fue un una megaciudad Manteña, de grandes proporciones en Manabí.
Los manteños no solo eran habilidosos pescadores; sino que también se desarrollaron notablemente en la arquitectura y la textilería, asegura Bohórquez. Según este investigador, las estructuras de piedra que se han encontrado en 35 hectáreas objeto de estudio, muestran cómo fueron construidas las edificaciones. Al parecer, primero hicieron el cambio de suelo para levantar casas y sitios ceremoniales.
Recorrer el lugar permite conocer la perspicacia de los manteños. “Ellos edificaban en las zonas altas, se alejaban de los sitios inundables y además se garantizaban en verano estar cerca de las fuentes subterráneas de agua, que se acumulaban en el interior de la montaña”, explica Marcos.
Los habitantes de cerro Jaboncillo también eran ingeniosos artesanos. “Esos saberes siguen vigentes hasta nuestros días”, dice Vargas. “Tenían un lugar exclusivo para elaborar las sillas en forma de U, lo que hoy llamaríamos una especie de fábrica. Se dedicaban a la confección de textiles, tenían a la mano el algodón de ceibo como materia prima. Estabanmuy adelantados para su época”.
Subir por las empinadas laderas de Jaboncillo permite imaginar cómo pudo haber sido la megaciudad. Para Tobar, desde Jaboncillo, al parecer, se controlaba el territorio que se desplegó hacia Salango y Agua Blanca, en Puerto López, y Chirije, en Portoviejo y Manta
“Cuando los manteños estaban frente al mar desarrollaban sus destrezas como pescadores. Pero si iban al interior de la provincia eran excelentes trabajadores de la agricultura, talla en piedra y la textilería”. Así los describe Tobar.
Esos saberes están presentes en la actualidad, por ejemplo, en la parroquia La Pila, de Montecristi. Ahí se trabajan réplicas de figuras precolombinas en arcilla y también en piedra.
Otros rastros que existen, según Tatiana Hidrovo, presidenta del Centro Cívico, son los alimentos como el maíz y el maní dentro de la gastronomía. Eso también es una huella heredada, la cual sigue vigente en la actualidad.
La propiedad comunal de la tierra, los tejidos y el uso de fibras naturales son otros indicadores de la ancestralidad, afirma Hidrovo.
Los grupos que estudian las costumbres y la ancestralidad de la cultura Manteña tienen sus razones para asegurar que los saberes de esta cultura están vigentes en la Manabí actual. Alberto Miranda, del grupo Fortaleza e Identidad Manabita, afirma que se practican tradiciones como llevar comida a los cementerios en época de los difuntos.
También su arquitectura conserva raíces del pasado. Eso se evidencia en que las construcciones tienen rocas y paredes de adobe, por ejemplo.