Redacción Guayaquil
Zigzagueando, la aguja recorre los retazos de tela. El repique de las máquinas de coser retumba en la empresa Fashion Express, en la vía a Daule, norte de Guayaquil.
Las acciones oficiales
El Ministerio de Relaciones Laborales tiene un sistema de rehabilitación para insertar productivamente a las personas con capacidades especiales.
800 empresarios fueron capacitados para que sepan cómo tratar con los empleados con capacidades especiales.
En el país, por cada 100 habitantes hay un 2,35% de personas con algún tipo de discapacidad.Bajo la luz blanca de una lámpara, Verónica Cardoso termina de dar forma a una camiseta. Un montón de hilos de colores la rodean, mientras sus manos mueven las perillas de la máquina.
Casi siempre pasa sentada. En las horas de trabajo, la silla oculta la huella que le dejó la poliomielitis desde pequeña. “Me gradué de enfermera. Trabajé en algunos hospitales, pero no me renovaban el contrato por mi discapacidad”.
La parálisis de su pierna derecha le dificulta caminar, pero no frenó sus ganas de seguir trabajando. Desde hace 14 año ingresó a Fashion Express. Ahí, comparte las máquinas con otras 17 personas con capacidades especiales.
Bismarck Izquierdo, gerente de la empresa, dice que el 4% de los 600 empleados de la industria textilera es personal con problemas de audición y movilidad. “La idea fue de mi padre. Al inicio algunos se burlaban de ellos, pero mi padre les decía: ¿qué sucedería si tu hija tiene este problema?”. Eso motivó el compañerismo.
Desde enero de 2006, cuando entró en vigencia la Ley 28, cerca de 3 000 empresas se han sumado a la contratación de personas con capacidades especiales. El artículo 33 recalca que las empresas, públicas o privadas, que tengan mínimo de 25 trabajadores deben contratar al menos una persona con discapacidad.
Año a año, el porcentaje subió. En 2009 entró en vigencia el 3% del total de la nómina. Y desde 2010 se deberá aplicar el 4%. Esa es la cifra que se mantendrá. “Este año, 3 500 personas con algún tipo de discapacidad han conseguido trabajo”, comenta Gladys Montaluisa, directora de la Unidad de Discapacidades del Ministerio de Relaciones Laborales.
La capacitación es una de las claves. A esa meta también apunta el Programa de Oportunidades de Empleo a través de Tecnología en las Américas (Poeta). El plan incluye a 80 personas con problemas de audición, visión y movilidad. Frente a las computadoras, ellos aprenden informática.
Heriberto Navarrete dirige el programa en Guayaquil. Con su silla de ruedas se acomoda frente a la pantalla. Para este analista de sistemas, la lesión medular que le provocó cuadraplejía hace 27 años no fue un impedimento. “Algunos sienten miedo, dicen que no pueden usar los teclados. Aquí adaptamos sistemas especiales”.
Por eso, el laboratorio de Poeta no es diferente. Sobre el escritorio resalta un ‘mouse‘ ’con grandes botones de colores y en la pantalla se desliza un teclado táctil. El equipo facilita la labor de quienes tienen problemas con sus manos, como Jefferson, de 18 años.
Los problemas de visión tampoco son un freno. Las computadoras tienen un ector de pantalla para acceder a los contenidos por la voz y por teclas braille.
“El financiamiento es duro, hacemos autogestión. Pero nos satisface que muchos son digitadores, auxiliares, otros incluso quieren estudiar en la universidad”.
El Servicio de Integración Laboral (SIL) tiene otro plan de inserción. Eva Palacios es una de las capacitadoras. Para esta mujer, la polio no es un obstáculo para buscar oportunidades de empleo para sus compañeros. “Las empresas están más comprometidas. Ya no es solo por cumplir una ley, es por responsabilidad social”.
Con la ayuda del programa, 1 339 personas con discapacidad han sido insertadas en empresas de Guayaquil. “Queremos romper el sesgo cultural entre las personas con y sin discapacidad”.
Conversar por medio de las manos es tan normal como hablar con los labios en el taller de Fashion Express. Marta Brito no tiene problemas para comunicarse.
Topándose la quijada, uniendo puños y alzando los pulgares cuenta cómo sus amigos aprendieron el lenguaje. En la empresa los jefes también lo aprendieron. Uno de ellos es Jenny Lema. Ella afirma que los empleados con problemas de audición son expresivos y sobre todo eficientes.
Junto a las camisas recién cosidas, Brito recuerda hace cuánto trabaja como operaria. Con sus manos dice que el tiempo se ha ido tan rápido así como se mueven sus dedos para señalar el 17.