Margarita Quito y Pedro Samaniego muestran los uniformes de su hijo Hugo de 23 años. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO
La sala de la casa de la familia Badillo está llena de recuerdos. Las fotografías, las insignias y los diplomas de honor del cadete José, son el orgullo de sus padres Johnny y Rosa Arrieta. Él cursa el cuarto año en la Escuela Superior Militar Eloy Alfaro (Esmil) y se prepara para graduarse como subteniente.
“Cuando lo dejamos en la Esmil, comprendimos que su deseo era entregar su vida al país. Nos sentimos muy orgullosos de él”, afirma Johnny. A sus 24 años, José está cerca de cumplir su anhelo: graduarse como oficial, especializarse en el escuadrón de la Aviación del Ejército y formar parte de los 42 000 uniformados que integran actualmente las Fuerzas Armadas (FF.AA.).
Esa cantidad de militares se reducirá a 34 500 hasta el 2025, lo cual representan un 18%. Así lo dispuso el Ministerio de Defensa (Midena) como parte de las reformas planteadas al interior de la institución uniformada. Para esto, el Midena redujo los cupos de ingreso a las escuelas de formación tanto de oficiales como de tropa.
De hecho, 630 aspirantes a soldados ingresan hoy a la Escuela de Formación ‘Vencedores del Cenepa’ (Esforse). Antes, el cupo era destinado para cerca de 1 200 jóvenes que se formaban en esa institución.
La ceremonia de ingreso de los aspirantes a soldados se realizará en el patio principal de esta entidad, en Ambato.
Los padres de José muestran emocionados las fotos de su hijo a las personas que los visitan en su vivienda, al norte de Riobamba. En estas, el joven luce emocionado y viste el camuflaje verde pixelado. Su nombre está bordado en el uniforme.
Al otro extremo de la capital del Chimborazo está la casa de Hugo Samaniego, de 23 años. Él también entró a la Esmil para formarse como oficial del Ejército. Sus uniformes de gala se exhiben en una percha que ocupa el espacio central en el interior de su vivienda. En un estante de madera, también se muestran fotografías del día de su ingreso a esa institución.
Su madre recuerda esa fecha con claridad. “Le acompañamos a Quito para dejarle en las puertas de la Escuela. Fue la primera vez que nos apartamos de él por tanto tiempo”. Pero la alegría de las familias de los cadetes Badillo y Samaniego es diferente a la realidad de otros jóvenes. En Chimborazo, no todos los que aspiraban ser parte del Ejército lo lograron.
35 jóvenes riobambeños intentaron ingresar a la Esmil en el 2010, pero 12 lo consiguieron; es decir, 23 se quedaron fuera. Lo mismo ocurrió con otros aspirantes que trataron de entrar en la Esforse y no lo lograron.
Rosa Arrieta, madre del cadete José Badillo, mira las fotografías de su hijo en la Esmil. Foto: Cristina Márquez / EL COMERCIO
Joel Cáceres tiene 26 años y vive en la comunidad Puelazo, ubicada a 20 minutos de la cabecera cantonal, en Penipe. “Desde que tengo memoria quise vestir el uniforme, me dediqué a estudiar y a prepararme físicamente en dos ocasiones y aun así no conseguí un cupo. No pierdo las esperanzas, seguiré intentando”, cuenta Joel.
Para él, acceder a esa institución no solo será el honor que soñó toda su vida, sino que garantizará la estabilidad económica de su familia. “A pesar de que el dinero no es lo más importante en este momento, estamos conscientes que es una buena oportunidad para todos. Un familiar nuestro ahora es sargento y su familia está muy bien”, cuenta Rosa Ausay, madre de Cáceres.
Joel intentó ingresar a la Escuela de Formación de Soldados, en Ambato, junto con otros dos amigos de su comunidad, pero ninguno lo logró.
Sus calificaciones en las pruebas académicas y de idioma extranjero disminuyeron su puntuación. Pero lo hará nuevamente el próximo año. Para conseguir un cupo, invirtió USD 120 en un curso particular de preparación.
Al graduarse como subtenientes, Badillo y Samaniego serán asignados a las unidades militares con las que cuenta el Ejército a escala nacional. Como parte del proceso de reestructuración de las FF.AA., estas también se reducirán.
Por ejemplo, el Midena anunció la disminución del 47% de sus puestos militares hasta 2017. Pero aseguró que mantendrá las unidades en la frontera norte con Colombia que agrupan a 11 000 soldados.
La ministra de Defensa, María Fernanda Espinosa, presentó el “nuevo diseño operacional” de las Fuerzas Armadas, que incluye la reubicación de puntos militares, la reducción progresiva del pie de fuerza y la adquisición de equipos con el fin de “optimizar” recursos.
Por ejemplo, la Fuerza Terrestre tiene 23 fuertes y se eliminarán siete. En cuanto a las unidades militares, pasarán de 271 a 235. Como parte de los cambios, la base aérea de Taura albergará a la Infantería Aérea y al ala 22 de helicópteros de la FAE, precisó el presidente de la República, Rafael Correa. Manta será una base tripartita de la Marina, Ejército y Aviación para optimizar recursos.
En cuanto a la adquisición de equipos -según la Ejecución Presupuestaria del Ministerio de Finanzas- el Gobierno invirtió USD 7,14 millones en armamento para el Ejército en el 2013. También se destinaron recursos para la ampliación de la infraestructura de “transporte liviano”. Para helicópteros multipropósito se invirtieron al menos USD 29,58 millones.
Los padres de Badillo y Samaniego coinciden en que el esfuerzo de sus hijos les permitió acceder a un cupo en la Esmil. “La primera vez que se inscribió no consiguió entrar. Los cupos se llenaron, pero no nos desanimamos y seguimos intentando hasta que lo consiguió”, relata Arrieta.
Para Pedro Samaniego, padre de Hugo, tener un hijo oficial es un triunfo para la familia.
Ahora, él dice que solo espera con ansias la graduación del futuro subteniente…
En contexto
Como parte de los cambios en las FF.AA., Defensa propone reformas en la formación de los conscriptos y reservistas del país.
La idea es adoptar un esquema que permita capacitar a jóvenes y tener un cuerpo de 10 000 conscriptos al año y 50 000 personas en las reservas.