El 26 de marzo del 2023, Inés Caguana dio a luz a un par de gemelos. Ese día un devastador deslave sepultó a más de 55 personas y centenares de viviendas, incluida la de Caguana, en Alausí, provincia de Chimborazo.
A Caguana, esa tragedia de la naturaleza y el nacimiento prematuro de sus bebés la tienen muy angustiada. Sus niños llevan dos meses hospitalizados y necesitan ayuda para cubrir algunas necesidades. Este es su testimonio.
“Tengo 32 años y soy del cantón Alausí. Tuve un embarazo de alto riesgo, por placenta previa y me recomendaron reposo. En tres ocasiones estuve hospitalizada en Chunchi (Chimborazo), Cañar y Cuenca, por sangrados leves.
A Cuenca llegué el 25 de marzo, con 29 semanas de gestación y complicaciones del embarazo. La vía Chunchi-Riobamba estaba bloqueada por el derrumbe progresivo, por eso no me llevaron a esa ciudad.
Acá (Cuenca) ingresé al hospital José Carrasco Arteaga del IESS, porque pertenezco al Seguro Campesino. Me hicieron la cesárea y mis hijos nacieron prematuros. Los médicos identificaron algunas complicaciones en la salud, por ser prematuros.
Pobreza y falta de empleo
Somos una familia muy pobre y vivimos con limitaciones económicas para subsistir. Mis primeros hijos tienen de 19 y 11 años de edad. Mi esposo (Manuel Guamán, de 38 años) tiene 32% de discapacidad visual, por caída de alturas.
Él trabaja como albañil, agricultor o en lo que encuentra. Cuando tenemos suerte lleva a nuestro hijo mayor. En Alausí no hay trabajo en casi nada, desde hace mucho tiempo. Es desesperante no tener un ingreso diario.
Por eso, cuando el médico me informó que iba a tener dos niños lloré amargamente. No lo acepté fácilmente. Me preguntaba cómo los voy a criar. Ahora no tengo nada que ofrecerles ni una casa en donde acogerlos.
Antes del deslave de magnitud, una parte de la que era mi pequeña casa de ladrillo y zinc se cayó por las fisuras previas. Estaba en el barrio Nuevo Alausí. Por eso, unos días antes salimos de allí.
Un hermano de mi esposo nos dio una posada cerca de Chunchi. Por suerte salimos antes, de lo contrario también nos habría aplastado el derrumbe. Gracias a Dios estamos vivos toda mi familia.
El alud se llevó el resto de la casa y perdimos los pocos enseres que teníamos. La noche de la tragedia ya estuve hospitalizada y de allí me enteré lo ocurrido. Regresar y ver cómo quedó la zona es muy doloroso.
Llamado a la solidaridad
Los niños llevan dos meses hospitalizados. En principio me daban casi a diario recetas para que compre afuera. Dicen que no tienen los medicamentos. Algunas veces no los podía conseguir por falta de dinero.
Creo que por eso los bebés no se recuperan rápido. Los médicos dicen que hay mejoría, que es lenta y que hay que esperar. Uno de ellos está más débil y ha convulsionado. Ambos se alimentan por sonda porque no succionan solos.
Los pulmones de los bebés no están totalmente maduros. Desde hace varias semanas dicen que necesitan hacerles exámenes de la cabeza, en alguna clínica privada. Pero no avanzan en eso por falta de convenios.
También me adelantaron que cuando le den el alta los bebés van a necesitar oxígeno en casa, por un largo tiempo. No sé cómo enfrentaré todo y sufro. Me angustia pensar que también necesitarán leche de fórmula, pañales, medicamentos, ropa, tetas y muchas cosas más.
Me siento muy triste y lloro porque no estoy cumpliendo con lo que ellos necesitan. Hace unos días Acción Social del Municipio de Cuenca me ayudó con pañales. Ahora estamos viviendo de la caridad.
A mi hijo de 11 años lo tengo conmigo en el albergue Hogar Emaús de Cuenca, donde me dan posada y comida gratis. El mayor se está quedando con un pariente en Cañar y sobreviviendo solo.
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