En el Ecuador de hoy todo puede haber, menos justicia. Al menos esto es lo que puede concluirse luego de analizar las acciones no solo de ciertos jueces sino también de otras instancias de control.
¿A qué me refiero? No solo a los problemas que generalmente ha tenido y tiene el sistema judicial, como son la lentitud en los procesos, la ineficacia y alta burocratización, sino a la poco transparente actuación de sus miembros. Me refiero a acciones contrarias a la justicia (injustas) cometidas por sus propios representantes.
Es inexplicable lo que ha pasado con el caso del ex Ministro de Deportes, de la hija del notario Cabrera, de la Ministra de Salud, del estancamiento del proceso Invermun -donde parte del círculo íntimo del presidente ha sido implicado-, de las dilatorias en torno del juicio de los hermanos Isaías o, algo aún más bochornoso, de la caducidad de la prisión de los 26 procesados por narcotráfico en el caso Huracán de la Frontera y de la providencia que cambia la figura judicial del señor Chauvín de cómplice a encubridor.
Con este nivel de caos y anarquía –por no decir de profunda y aguda corrupción- no hay garantía de los derechos contemplados en la Constitución y leyes vigentes. La transición, a la cual hace referencia el presidente de la Corte Nacional de Justicia, no solo que resultó larga, al contrario, nunca comenzó.
Este sainete ha servido para hacer lo que no pudo el ex presidente Lucio Gutiérrez: tomarse el poder Judicial. Pero hay que hacer una aclaración. Gutiérrez lo hizo para tener mayoría en el Congreso y evitar un juicio político. Correa lo ha hecho para tener el control total del Estado y ‘curar’ en sano cualquier acción de la justicia. Si no es así, ¿cómo nos explicamos que Carrión esté libre o que no se hayan dictado medidas cautelares en el caso de la Ministra de Salud?
El mal llamado proceso de transición -iniciado con la Constituyente- ha servido para reorganizar los poderes públicos y destruir la poca o mala institucionalidad existente. La dinámica emprendida por Correa ha sido utilizada para limitar la independencia de poderes, meter mano en la justicia y someter a su arbitrio instancias fundamentales del Estado como Fiscalía, Contraloría, Procuraduría y Asamblea. Si no es así, díganme ¿qué ha pasado con los sonados casos de corrupción en donde, de manera escandalosa, ha aparecido el hermano del Presidente? ¿Qué dicen de esto mis amigos ‘críticos’ de izquierda?
Para quienes se jactan de ser críticos les invito a pensar en la esencia de esta burla al país llamada ‘revolución ciudadana’. Solo nos falta que para igualar e incluso superar a figuras nefastas como el señor Fujimori, Su Majestad se incline por el autogolpe.