Guido Macas. Coordinador
El comercio exterior registró un gran dinamismo durante los 10 años de dolarización. Las importaciones y exportaciones crecieron, aunque a ritmos diferentes.
Por ejemplo, las ventas ecuatorianas aumentaron un 175% durante la década, al pasar de USD 4 927 millones en 2000 a USD 13 516 millones en 2009 (proyección con datos a noviembre).
En los 10 años se alcanzó un pico de USD 18 510 millones en 2008, debido a los altos precios de las materias primas en el mercado internacional. El petróleo y banano fueron los productos estrella del país, pero también hubo crecimientos importantes en camarón, productos del mar, flores, vehículos…
Por su parte, las importaciones se cuadruplicaron durante la década de dolarización, al pasar de USD 3 469 a USD 13 915 millones. Es decir, que los bienes importados fueron los más favorecidos con el nuevo sistema.
A inicios de la década, el sector importador representaba el 31% de la oferta de bienes y servicios en el país y al final llegó al 35%. Los bienes de consumo como electrodomésticos, vehículos y artículos para la construcción crecieron como espuma.
Eso originó que en una década se registren cuatro años con lados negativos en la balanza comercial (las importaciones fueron mayores que las exportaciones). Pero la preocupación es que si no se considera el petróleo, esa balanza fue negativa durante todo el período, con picos de hasta USD 7 500 millones, como ocurrió en 2008.
Para Carlos Cruz, decano de la Facultad de Negocios de la Universidad del Pacífico, el más beneficiado por la dolarización fue el sector importador, porque aprovechó una moneda estable y podía planificar sus compras a largo plazo. “Las fuentes de financiamiento fueron claves porque la banca entregó más créditos a los usuarios que prefirieron comprar bienes del exterior”.
Los productos para el consumo que más llegan al mercado provienen de China, Brasil, Argentina, Taiwán, Panamá, Venezuela, Colombia y otros. También creció la demanda de materia prima y bienes de capital para la industria y agricultura, que renovaron sus maquinarias.
Según las estadísticas del Banco Central del Ecuador, el déficit comercial aumentó con los países sudamericanos. Por ejemplo, el flujo comercial entre Ecuador y los países de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) tiene saldo negativo. En 2000 el saldo comercial fue de USD 336 millones en contra del país y en 2008 llegó a USD 1 700 millones. En la CAN está Colombia, Bolivia y Perú.
En la lista se suma Brasil, Argentina y México.
Cruz señala que las devaluaciones de las monedas de países competidores permitieron que sus costos se abaraten e inunden de productos al mercado local.
La dolarización impidió que Ecuador aplique una medida similar, aunque la devaluación del dólar en el mundo benefició indirectamente a los exportadores nacionales. Cruz cree que “no ha sido mala la dolarización para los exportadores, más bien los obligó a elaborar estrategias para competir y mejorar la calidad. Ya no dependen de una devaluación para ser competitivos”.
Francisco Rivadeneira, gerente del Centro de Información Comercial de Corpei, sostiene que las exportaciones aumentaron, pero no al mismo ritmo que las importaciones, lo cual deja un desbalance en el saldo final. “Hay muchos productos que hace 10 años no eran conocidos y ahora son muy demandados como la tilapia, piña, mango, brócoli, melones y demás. Hay que seguir con acuerdos comerciales, eliminar barreras y otras medidas para aumentar las ventas”.
El 54,6% de ventas fue de crudo
El aporte del petróleo fue clave en el comercio exterior ecuatoriano, durante la década de la dolarización. El 54,6% de las exportaciones que se registraron en los últimos 10 años correspondió al crudo, según las estadísticas del Banco Central.
Ecuador vendió en ese período un total de USD 97 700 millones. Las exportaciones petroleras llegaron a 53 400 millones. El aporte del crudo fue mayor a partir de septiembre de 2003, una vez que empezó a funcionar el Oleoducto de Crudos Pesados (OCP), lo cual permitió aumentar la producción petrolera.
Solo en 2004 la producción nacional se incrementó 25%.
Durante la década pasada, la economía nacional ha mantenido una dependencia petrolera, tanto en el sector externo como en el Presupuesto del Estado.
Sin embargo, también se observó un crecimiento sostenido de las exportaciones privadas, que crecieron al 12% anual, en promedio, durante los 10 años de la dolarización.
El ex presidente de la Asamblea, Alberto Acosta, advierte que hay que estar atento con lo que pasa con la cotización del dólar en el futuro, particularmente por los efectos en las monedas latinoamericanas.
Testimonios
César Guacho morador de Guamote, provincia de Chimborazo. 37 años.
‘La llegada del dólar produjo el incremento de los precios de los productos y confusión en la gente’
Fue muy difícil aprender cómo usar la nueva moneda, pero poco a poco nos acostumbramos.
Todo sucedió de manera inesperada. Un día las autoridades, sin explicación, dijeron que la nueva moneda era el dólar.
Todos tuvimos problemas para comprender el nuevo sistema, especialmente las personas que tenían mayor edad, quienes estaban desorientadas.
La confusión reinaba. Nadie nos explicaba por qué el Gobierno decidió esto. Conforme pasaban los días nos dimos cuenta que los precios de las cosas subieron.
Los productos estaban carísimos. No alcanzaba la plata para nada. Las fundas de arveja, haba y demás granos costaban USD 1. Cuando llegó el dólar los intermediarios querían pagarnos en sucres aunque ya circulaba la nueva moneda.
Lo único que nos quedó fue aprender a manejar los dólares. Muchas veces tuvimos que viajar a las ciudades para pedir que nos ayuden con el cambio de moneda. Lo único que nos explicaban era que el Gobierno estableció que un dólar equivalía a 25 000 sucres.
Comprender esto fue lento. Usamos el sucre hasta luego de ocho o nueve meses que se dispuso el cambio de moneda. Los ancianos se negaban a manejar los billetes que además son extranjeros. Ellos jamás en su vida habían visto un billete verde y con figuras diferentes. Estaban acostumbrados a manejar los de 5 000 sucres.
Ahora las nuevas generaciones ya no conocen el sucre. Ellos crecieron con el dólar.
Betty Chicaguasay moradora de Colta, provincia de Chimborazo. 19 años.
‘Pese a todas las dificultades hemos salido adelante. Ahora hay más jóvenes que estudiamos’
Cuando se inició la dolarización yo era pequeña. Lo que recuerdo es la confusión que tenían todos. La gente de la comunidad manejó durante décadas una misma moneda y de la noche a la mañana llegó el dólar.
Para unos era una novedad, para otros fue un dolor de cabeza. La dolarización llegó y se acentuó la pobreza en mi zona. Los precios de los productos básicos subieron. Lo que obtenían los agricultores por la venta de sus productos no alcanzaba. Muchas personas, especialmente los de la tercera edad, habían tenido guardado dinero en su casa, como se dice: bajo el colchón. Estaban seguros con esa plata ahí, para su vejez o para cualquier necesidad. Y de pronto el trabajo de todas sus vidas se redujo a nada.
Los millones de sucres se convirtieron en decenas de dólares.
De todas maneras nos tocó seguir teniendo el dinero en nuestras casas porque en el campo es difícil tener cuentas en un banco, además eso no es para los pobres. Las entidades financieras están lejos de las ciudades y la distancia nos impide viajar.
Y si no se quiere tener el dinero guardado es preferible invertir. Los agricultores, por ejemplo, prefieren comprar abono para los cultivos que tener la plata.
Pese a todas las dificultades hemos salido adelante. Ahora hay más jóvenes que estudiamos la escuela, el colegio y también la universidad, que ayudamos a las personas que aún no manejan el dólar, como los ancianos.
Creo que aprender a usar la moneda no fue difícil. Las complicaciones que trajo la dolarización fueron otras: el encarecimiento de las cosas fue sin duda la más grave.