En Iñaquito hay lotes donde se podría construir soluciones habitacionales, según un estudio de la Facultad de Arquitectura de la Central. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
Nada ha podido parar la expansión horizontal de la capital. Como un ser vivo, extiende sus extremidades hacia el norte, sur y valles, pese a que aún hay espacios en el hipercentro que se pueden poblar.
Lo ideal sería que la densidad poblacional de una ciudad sea de 200 habitantes por hectárea. Pero hay zonas en el hipercentro donde no llega ni a 75. Las cifras salen de un estudio del Instituto de Investigación y Posgrado de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central del Ecuador.
Diego Hurtado, investigador de dicha entidad, explica que el estudio evidenció que hay sectores como Iñaquito y La Pradera , donde se podrían levantar viviendas para al menos 800 000 personas.
La cifra se obtuvo calculando el espacio aprovechable en las zonas con poca densidad. Hurtado explica que se tomó en cuenta construcciones nuevas, la norma citadina y el espacio entre edificios para que ninguno quede sin luz natural y no se afecte el entorno.
Hay zonas como Solanda, La Bota, República del Salvador, San Carlos y el Comité del Pueblo, donde la densidad es mayor a 300 habitantes por hectárea, pero sus actividades se concentran en el hipercentro.
El crecimiento horizontal de la ciudad genera varios problemas. La gente se aleja de su lugar de trabajo, lo que provoca que se hagan más viajes hacia el hipercentro, y complica la movilidad. En Quito, el 50% de los viajes que se realizan en auto privado y en buses tiene como destino el centro norte.
Para el urbanista Hugo Cisneros, uno de los problemas donde hay poca densidad poblacional es que se vuelven lugares peligrosos, muy concurridos en el día, pero abandonados en la noche, como en la Naciones Unidas, la 10 de Agosto hacia el occidente, y en los alrededores de las sedes de colegios de profesionales.
¿Por qué la gente no vive en el hipercentro? Según Hurtado, porque el costo del terreno es muy alto. Hay zonas en las que el m² cuesta USD 3 000, mientras en la periferia se consigue a menos de USD 1 000.
Como parte del estudio se hizo una investigación sobre cuánto incide el costo de los subsuelos y de las áreas comunales en el valor total del proyecto habitacional, y se determinó que si se elimina una parte de los parqueaderos y si se apuesta por los espacios públicos, allí habría departamentos cuyo costo por m² sea de 1 000, incluida la ganancia. “Son zonas con suficientes buses. Además, tienen estacionamientos cercanos”.
Por ejemplo, en Iñaquito hay una manzana donde solo funciona un local comercial y se podría desarrollar un proyecto, sin quitar el local, para albergar a 2 000 personas.
Con eso se podría tener 10 veces más población de la actual y se podría evitar la expansión de la población hacia las zonas rurales. Es decir, se mantendría la mancha urbana.
En 1987, la mancha urbana de Quito era de 16 196 ha con 1,2 millones de habitantes. Hoy el número de habitantes se duplicó, pero la mancha urbana casi se triplicó: 43 116,22 ha.
José Ordóñez, director del Instituto de Planificación Urbana, explica que la UDLA hizo un estudio del eje de la avenida 10 de Agosto donde identificó varias zonas de la ciudad que están despoblándose.
Lo mismo ocurre, dice Ordóñez, en sectores como Santa Prisca, o en aquellos donde funcionaban las entidades que hoy forman parte de las plataformas gubernamentales. “Son sectores que deben ser atendidos y potencializados por la autoridad con miras a promover la renovación”.
Ordóñez reconoce que el poblar zonas dentro del hipercentro es uno de los objetivos de la visión Quito 2040, para tener una ciudad compacta.
Asegura que el Municipio tiene propuestas para disminuir el número de estacionamientos que se exige a las constructoras. A partir de 60 m² de vivienda se exige un estacionamiento, y más de 120 m² se necesitan dos.
Uno de los principales problemas que tiene el crecimiento horizontal de Quito es que los servicios básicos deben crecer. Un km de alcantarillado cuesta USD 170 000, y uno de agua potable,USD 30 000.
Por eso la importancia de poblar el hipercentro, ya que cuenta con todos los servicios.
Para Jacobo Herdoíza, secretario de Territorio, Hábitat y Vivienda, ese es uno de los objetivos que se conseguirá con la habilitación del Metro.
Las estaciones, sostiene, van a permitir dinamizar lotes vacantes o que estaban afectados por el cono de aproximación del exaeropuerto, que impedía construcciones de más de cuatro pisos en el eje de aproximación en el Labrador, Jipijapa, Iñaquito y La Carolina.
Lo que Herdoíza llama ‘suelo vacante’ podrá aprovecharse con proyectos espaciales que permitan edificaciones de mayor altura, mejorando el transporte público, el espacio público y la red de bicicletas. Y con estímulos a los constructores.