En el Malecón del Salado , el Municipio de Guayaquil organizó el tercer desfile náutico en el Malecón del Salado. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO
Algunos tan solo tuvieron que asomarse por las ventanas de sus casas, con vista directa al estero Salado. Otros, en cambio, llegaron desde temprano para separar un espacio bajo la sombra, en los corredores del malecón o en el parque lineal de la otra orilla.
Desde las 14:30 de este sábado 24 de octubre del 2015, seis barcazas ataviadas con alegorías llevaron a los espectadores a un recorrido por varios países. ‘Guayaquil y el mundo’ fue el nombre escogido por la Empresa Pública Municipal de Turismo, Promoción Cívica y Relaciones Internacionales de Guayaquil para el tercer desfile náutico, organizado con motivo de las fiestas de independencia de la ciudad.
Un gran dragón rojo abrió el desfile. Su reflejo se proyectó en el tranquilo estuario. En su interior, dos máscaras de leones y las sombrillas chinas, eran agitadas al son de tambores. La barcaza con el tema China, la gran potencia, fue la primera en navegar.
“Nunca había visto un espectáculo de este tipo -contó Ivonne Zuriaga-. Acepté la invitación y no me arrepiento, es algo muy novedoso”.
En el Malecón del Salado , el Municipio de Guayaquil organizó el tercer desfile náutico en el Malecón del Salado. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO
Casi de inmediato, un Cadillac rojo parecía flotar sobre el estero. La segunda embarcación fue completamente cubierta con la estructura de un auto clásico descapotable. El jazz y el charlestón resonaron en las orillas y un saxofón anclado en la popa captó la atención de los asistentes. Así se representó el
siglo XX al estilo americano.
Roy Miño resistió la fuerza del sol. Con su hijo en brazos se mantuvo al pie de una baranda del malecón del Salado para observar todo el recorrido. “Actividades de este tipo ayudan a revalorizar el estero Salado. Por mucho tiempo estuvo abandonado, contaminado. Ahora, con la regeneración, ha cambiado la vida del barrio Garay”.
Gran parte de los espectadores salió de las casas ubicadas en este popular sector. Pero algunos llegaron de zonas distantes como Durán. Fue el caso de María Rodríguez. “Es el primer año que vengo con mis nietos desde El Recreo (en el cantón Durán). Nunca había estado aquí, en las riberas del Salado y viendo un espectáculo tan hermoso”, dijo.
Al desfile se sumaron las embarcaciones con miembros de la Infantería de Marina, del Grupo de Intervención y Rescate de la Policía, el Cuerpo de Bomberos de Guayaquil, la Cruz Roja, la Capitanía Guayaquil y la Federación Deportiva de Canotaje, quienes mostraron algunas arriesgadas maniobras.
En el Malecón del Salado , el Municipio de Guayaquil organizó el tercer desfile náutico en el Malecón del Salado. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO
Gloria Gallardo, presidenta de la Empresa Pública Municipal de Turismo, Promoción Cívica y Relaciones Internacionales de Guayaquil, explicó que este desfile busca convertirse en una tradición para la ciudad, que aporte a realzar la importancia del estero Salado para la urbe.
La siguiente parada del público fue en Medio Oriente. En el horizonte, un exótico castillo se divisó y junto a él resaltó la figura de un sultán rodeado por jóvenes con trajes típicos.
Casi al instante, el Salado se transformó en una réplica de Venecia, la encantadora ciudad flotante italiana. Los carnavales, con máscaras decorativas, fueron un referente en las alegorías que dieron vida a una barcaza disfrazada de góndola.
España también apareció y un toro fue el símbolo escogido. El sonido del flamenco hizo vibrar este tramo de la ruta.
Al final, para cerrar el trayecto, apareció la barcaza “Guayaquil es mi destino”. Aves, monos e iguanas fueron parte de la decoración que acompañó a Juan y Juanita Pueblo, dos personajes típicos de la urbe porteña.
Las embarcaciones zarparon desde el muelle de la Municipalidad, junto a la avenida Portete. La ruta siguió por calle Gómez Rendón, al estadio del Barcelona Sporting Club, por debajo del puente de la calle 17, hasta el puente del Velero, donde finalizó. Fueron 5 kilómetros de música y colores palpitantes.