Ninguna región del mundo estaba a salvo del virus de la nueva gripe, advirtió entonces, Keiji Fukuda, el número dos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que elevó su nivel de alerta de pandemia de 3 a 4 en una escala de 6 puntos. El mal causó, en abril de 2009, 20 muertos en México, aunque se temía que las víctimas fatales serían 149. La epidemia se extendía al mundo con casos confirmados en EE.UU., Canadá y España y sospechosos en Brasil, Colombia, Nueva Zelanda, Israel, Australia, Suiza, Italia, Suecia y Surcorea.
En México, las autoridades registraron 1 614 enfermos y 400 hospitalizados. En Ciudad de México viven 20 millones de personas. Allí suspendieron clases y hasta misas. En Estados Unidos se confirmaron 20 casos. Washington declaró estado de urgencia sanitaria, mientras que en Canadá se confirmaron seis casos, de estudiantes que viajaron a México.
En Brasil, 11 personas que llegaron de América del Norte fueron colocadas bajo observación clínica por temor. Las autoridades colombianas pusieron bajo vigilancia a nueve personas que llegaron a Bogotá procedentes de México, con síntomas de gripe.
Al otro lado del Atlántico, la ministra española de Sanidad, Trinidad Jiménez, anunció un caso en un hombre que estuvo en México. Dijo que es el primero confirmado en Europa. El número de casos sospechosos en España aumentó a 20. También cinco suizos presentaban síntomas a la vuelta de un viaje a México y fueron sometidos a análisis.
Lo mismo ocurrió con cinco daneses que volvieron de un viaje a México. Están en observación. En Suecia, al menos cinco personas que también viajaron a México son examinadas.
Además, dos británicos que hacían turismo en la capital mexicana fueron hospitalizados en Escocia, por precaución.
En Nueva Zelanda, nueve estudiantes secundarios y un docente, que pasaron tres semanas en México, presentaron síntomas.