Para entrar al ámbito del reconocimiento y la valoración, un intérprete de jazz debe pasar por el oscuro túnel del dolor y dejar claro su lenguaje y su aporte involuntario, pero consciente, y así poder mostrar lo más profundo de sus sentimientos.
Alexandra Cabanilla
Cantante
Ganadora del concurso Emisarios del Jazz 2008, organizado por la Embajada de los EE.UU. Actualmente cursa estudios en el Instituto de Música Contemporánea de la USFQ y forma parte del conjunto de jazz vocal Solo Vox, dirigido por Cathy Elliot.El cantante de jazz es el producto de una búsqueda en la que él mantiene una temporalidad eterna y una actitud constante que no empaqueta ni prepara nada. Este no busca representar un sentido coherente sino más bien mostrar una expresión artística que requiere de cierto nivel de apertura y atención para poder disfrutar y estimar a este género.
Cada una de las intérpretes que presenta el primer fascículo de la compilación que circula con diario EL COMERCIO lo han vivido en carne propia.
Ellas han asimilado esta aventura y sus riesgos como parte de su lenguaje artístico. Han dejado claras sus vivencias en ese aporte adicional que exige cada nota del jazz. Han vertido su sentimiento original en cada interpretación, como la marca distintiva que deja la firma del culpable, al jactarse orgulloso de un pecado que quiso cometer.
Nos perdemos en esta lista, en los nombres e historias, disfrutando de las voces e interpretaciones impecables de varios íconos de la música, alimento de artistas.
Nos quedamos con las ganas indescriptibles de consumar la memoria y tratar de completar, en lo posible, la historia. Añoramos a una Ella Fitzgerald y su How high the moon o un sensual Summertime de Sarah Vaughan o la tesitura agridulce de Billie Holiday en Strange fruit.
Así también extrañamos a Gloria Wood, Nancy Wilson, Julie London o a cantantes más contemporáneas como Diana Krall, Dianne Reeves, Norah Jones o Cassandra Wilson. Todas ellas platos fuertes en tan atractiva mesa y condimentos infaltables en tan fabuloso festín.
Pero he ahí lo fascinante del jazz. Es tan único como únicos son sus adeptos, como únicos son sus aportes, como únicas son sus enseñanzas y única así también sería mi lista final de clásicos. Única e irrepetible, como la lista depurada de canciones trascendentales para cada amante del jazz.