Redacción Tulcán
En el taller de la familia Chapi, la época previa a la Navidad fue ajetreada. Los clientes llegaban hasta su taller con fundas y cartones, en los cuales guardaban imágenes de vírgenes, santos y niños Jesús, para que los restaurarán.
Germán Argoti, dirigente del barrio Édison Landázuri, llegó con un niño Jesús grande. Quería que le cambien los ojos y le confeccionen un traje. “Necesitamos que para el 25 estrene ropa y ojos nuevos”, dijo. El Niño Jesús, que fue comprado por la directiva del barrio hace 10 años en La Paz, cada año tiene priostes y ellos costean la restauración de los ojos y el traje. Esta vez costó USD 25.
David Chapi, junto a su hermano Pablo Chapi, atendía a otros clientes quienes pedían retoques a las imágenes. Al taller también llegó gente colombiana de Pasto e Ipiales. Lo hicieron por recomendaciones de conocidos.
“Hay ocasiones en que traen las imágenes en pedazos y las dejamos como nuevas”, dijo David Chapi. Ellos tuvieron retrasos en la entrega de las imágenes restauradas por los cortes de energía. “En las mañanas, sin energía, no se puede hacer nada, porque el local queda oscuro”, indicó.
Por la temporada, los Chapi invirtieron USD 3 000 en materiales (pintura, bocetos, cerámicas…). Ellos cobraron entre USD 5 y USD 40 por las restauraciones, dependiendo del daño.
La satisfacción para Pablo Chapi es que la gente se vaya contenta. “Llegan con lágrimas en los ojos, tristes y luego se van alegres, con los retoques que les damos ”.
Él es diseñador gráfico y aprendió a restaurar. En el taller, que tiene 22 años, están involucrados siete miembros de la familia Chapi. Cada uno cumple una tarea diferente.
Las mujeres se encargan de la confección de trajes para los niños Jesús y las vírgenes. Los hombres dan los retoques a las imágenes y también hacen serigrafía.
David Chapi, hace un año, incorporó en el taller la pintura en cerámica. Las piezas las compran en Colombia y David les da color. En esta vez seleccionó cerámicas con motivos navideños.
David aprendió el oficio de su hermano mayor, Pablo. “Hace dos años sufrí un accidente de tránsito y los doctores me dijeron que no iba a volver a caminar, pero con rehabilitación lo hice”. Para David, su recuperación fue un milagro. “Cuando hacemos las restauraciones de las imágenes religiosas, siempre pedimos que no falte el trabajo ni la salud”.
La familia quiere ampliar el negocio, pero la falta de créditos les impide hacerlo. “Sabemos que el Gobierno ofrece préstamos, pero piden demasiados papeles”.