En la Unidad Educativa Andino realizaron dinámicas para la integración del grupo. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
El inicio del año lectivo no implica, necesariamente, el reencuentro con amigos del ciclo anterior. Hay casos de alumnos que llegan con la idea de pasar el año, pero más que nada con la meta de integrarse por ser los nuevos de la clase.
Ayer, en el Colegio Andino se entregaron dulces a los estudiantes nuevos durante la ceremonia de inauguración del ciclo escolar 2016-2017.
Entre ellos estaba la venezolana Andrea G., de 14 años, quien llegó al país hace cinco semanas y vive con su madre y abuela; estudió en El Santuario, un centro privado.
Dice que el cambio es muy fuerte “porque este plantel es bilingüe y en Venezuela el inglés no es tan avanzado”. La mañana de ayer, ella recibió clases en ese idioma y admitió que al profesor le entendía ciertas cosas y otras no.
Extraña a su mejor amiga que se encuentra en Valencia, capital del estado de Carabobo. Se comunican a través de las redes sociales. “Le pedí que venga, por la situación que se vive allá. Su madre es muy amiga de la mía y están en contacto para ver si vienen acá”.
Cuenta que las materias que recibirá en Ecuador son diferentes a las que tenía en su país, pero se mostró motivada por el inicio de clases.
Otros chicos se cambian de colegio por voluntad propia, más que obligados por las circunstancias. Así, Shine D., de 14 años, llegó al Andino desde La Providencia. Quiere mejorar su nivel de inglés. “Me voy a inscribir en un curso de ese idioma para igualarme”, relató.
Paúl Viteri, vicerrector del Andino de Quito, aseguró que 60 chicos nuevos, desde octavo de educación básica hasta tercer de bachillerato, ingresaron al plantel, de 750 alumnos.
La situación económica es una de las principales causas para que los padres opten por instituciones con pensiones más bajas. Josué A. se trasladó al Colegio Spellman porque a sus padres no les alcanzaba el dinero para continuar pagando la pensión de otra institución en el norte de Quito. “Aquí parece que la educación es muy buena y menos costosa”.
Un cirio iluminó la estatuilla de Don Bosco en el salón de actos de la Unidad Educativa Spellman, en Cumbayá. Los estudiantes de bachillerato rezaron para que el santo los proteja durante el ciclo 2016-2017, que empezó ayer oficialmente en Sierra y Amazonía.
A sus 15 años, Valeria R. participó por primera vez en un acto religioso dentro de la institución. Ella estudiaba en el Andino pero se cambió por motivaciones deportivas. “El entrenador de baloncesto me pidió venir para jugar en la categoría cadetes”.
Cuando recuerda a sus antiguos amigos su rostro refleja tristeza. Dice que la ausencia de ellos ha sido lo que más la ha afectado.
Cuarenta alumnos pasaron de otras instituciones al bachillerato del Spellman. La mayoría pertenece a primer año. El vicerrector del plantel, Eddy Apolo, señaló que la oferta académica es atractiva. Otro de los motivos es la cercanía del establecimiento para las familias de Cumbayá y Tumbaco.
Hugo Ch., y Bryan rezaron el padrenuestro y el avemaría. Ellos también son nuevos. Ambos viven a diez minutos de la institución. Con el apoyo de sus padres para cambiarse de colegio se evitan madrugar y perder tiempo en el tráfico, el cual se complica con la jornada escolar. Ambos manejan grupos de whatsapp para mantener contacto con sus antiguos compañeros.
En el particular Liceo Campoverde también hubo caras nuevas. De los 61 estudiantes de bachillerato, siete pisaron las instalaciones por primera vez. Ayer, también se hizo un evento para inaugurar el año lectivo en donde se destacó la presencia de los nuevos.
Los traslados también se sienten en el sistema fiscal. El Ministerio de Educación informó que, en total, 41 837 estudiantes dejaron la educación privada por la pública.
En el Manuela Cañizares se dio la bienvenida a los estudiantes nuevos. El rector William Rosero contó que hay 4 300 alumnos. De ellos, 200 son nuevos, desde noveno de educación básica hasta tercero de bachillerato; 600 chicos llegaron a octavo.