Un error empaña aciertos y de eso no hay duda, pues resulta muy difícil construir y mantener algo mientras es fácil propender a derribarlo. Para ello solo bastan unas palabras o a veces un gesto. Si no preguntemos a este Gobierno qué sucede respecto de su credibilidad y aceptación, la cual ha caído cerca de 30 puntos en dos meses, según cercanos y también el criterio de encuestadoras. Entre los errores más visibles se pueden mencionar los siguientes.
Primero. Subestimar la capacidad de convocatoria, organización y movilización del sector indígena, pues el Gobierno pensó que se les podía tratar como a la partidocracia, de la cual no quedan ni siquiera las cenizas. Es decir, no hubo un estratega que supiera diferenciar entre partidos que casi nadie respalda con una Conaie que ha procesado, en gran parte, sus desaciertos.
Segundo. El Gobierno rompe de manera fácil con sus colaboradores electorales de antaño como el MPD, Pachakutik y otros sectores de izquierda, tratando de articular una dinámica de aplanadora. Sin embargo, estos sectores tienen registros históricos de apoyo, como los miles de militantes que salieron a protestar por las leyes de Agua, Educación Superior y Minas. Entonces, hay que tener más cuidado con los socios o, mejor, con el alejamiento, si no pregunten lo que sucedió a Lucio Gutiérrez y Abdalá Bucaram.
Tercero. La búsqueda de un enemigo para golpear ya no funciona, pues la realidad cotidiana es más cruda: la carestía de la vida, los niveles de desempleo, subempleo y la delincuencia. Estos hechos sobrepasan los enlaces de los sábados y el despliegue publicitario donde los ciudadanos no tenemos derecho a la réplica.
Cuarto. Otro equívoco del Gobierno es pensar que una mayoría legislativa le garantiza gobernabilidad. Craso error, puesto que no se pueden aprobar las leyes con el levantamiento fácil de las manos y en tiempo récord sin preguntar a los demás sectores. En esto el Gobierno muestra inmadurez y contradicciones, pues la democracia participativa de la que habla se construye con el concurso y participación de todos.
Quinto. No hay claridad acerca de las relaciones internacionales del Ecuador, pues cuando se lee el Plan Nacional de Política Exterior 2006-2020, que por cierto no fue elaborado por este Gobierno, se evidencia que se siguen lineamientos diametralmente opuestos. Un claro ejemplo es la adhesión a la Alba, sin que ello implique negar los lazos de vecindad y amistad que se pueda tener con cualquier nación.
Sexto. La gente o gran parte de ella se cansa de la cultura del insulto. Eso puede funcionar en campaña, pero no para siempre.
Columnista invitado