Una vez más el canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño, ha confirmado su escasa preparación e inexperiencia para manejar la política exterior del Ecuador.
La expulsión de la embajadora de los Estados Unidos, Heather Hodges, es un ejemplo de ello. No se niega el malestar que puede ocasionar para un país el aparecimiento de cables diplomáticos donde se habla de asuntos delicados como la existencia de corrupción en la Policía Nacional y el presunto conocimiento de ello por parte del Presidente de la República. Sin embargo, Patiño ha cometido tres errores de proporción: primero, dar por sentado la validez de unos cables que ni el mismo Gobierno de los Estados Unidos reconoce como oficiales; segundo, apresurarse a declarar persona “non grata” a la embajadora Hodges sin medir antes las consecuencias de lo que podría ocasionar para el Estado y sus intereses; tercero, su reacción muestra un afán por no reconocer algo que es evidente y que ha crecido en los últimos años: la corrupción.
En referencia a lo primero, al tratarse de información que fue obtenida de manera ilegal, los Wilkileaks no pueden ser reconocidos como oficiales peor aún utilizados como información válida por parte de una institución como la Cancillería del Ecuador. Si esto es así, todo lo que pueda aparecer luego de esta fuente debería ser considerado como verdadero. ¿Se pueden tomar como veraces los cables donde se habla de supuestos aportes económicos de Chávez y de las FARC a la campaña de Correa? ¿Por qué no se ha quedado aquí para enfrentar los problemas y se ha ido a Venezuela para recibir nuevas instrucciones?
En cuanto a lo segundo, el declarar persona “non grata” a la embajadora Hodges ha sido extremo. Sabemos del profundo interés de Patiño de afianzar su poder en el Gobierno a costa de gestos de fidelidad y compromiso con el Presidente. No obstante, su decisión ha sido poco prudente. Lo apropiado, en estos casos, hubiese sido enviar una nota de protesta, llamar a consultas a nuestro Embajador o suspender temporalmente –como lo ha hecho ahora EE.UU.- reuniones bilaterales. Nuestras relaciones con Washington no solo que están prácticamente “congeladas” sino incluso en su peor momento. La renovación de la Atpdea está perdida.
En tercer lugar, la reacción del Canciller manifiesta algo preocupante. Son “soberanos” y “dignos” cuando les conviene. Cuando no, dejan pasar por alto una serie de irregularidades tales como las que ha informado la Embajadora saliente de los Estados Unidos. La corrupción dentro de la Policía Nacional, particularmente de ciertos ex funcionarios, es escandalosa.
El señor Patiño ha llevado a la política exterior y a la diplomacia a una situación calamitosa.