Jaime del Arenal Fenochio, embajador de México en Ecuador. Foto: Pavel Calahorrano/ EL COMERCIO
Redacción EL COMERCIO (I)
Entrevista a Jaime del Arenal Fenochio, embajador de México en Ecuador. El diplomático habló de la crisis de los estudiantes desaparecidos y el manejo político del presidente Peña Nieto.
Miles de mexicanos han reaccionado con protestas por la lentitud del Gobierno en aclarar el caso de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa. ¿Por qué tanto misterio?
No es misterio sino una consulta de la ciencia, la investigación de algunos restos humanos hallados en las fosas ya no corresponde a forenses argentinos; estos fueron llevados a Austria. No es que haya existido lentitud en la respuesta sino que esperamos los resultados científicos. México ha sido muy cauto ante los acontecimientos, lo que se ha manejado es una total transparencia; el país acudió a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para que participe y aclare los hechos, no es una cuestión ceñida a control de las autoridades mexicanas.
Este caso es solo la punta del ‘iceberg’ de otras masacres atribuidas al crimen organizado. ¿Por qué anteriormente no se reaccionó para investigar, por ejemplo, 200 denuncias similares en el estado de Guerrero?
Efectivamente, se dice que en los últimos años México registra tantos muertos (100 mil asesinatos desde 2006) y desaparecidos (22 mil); el tema se conocía y ha estado ahí desde que el presidente (Felipe) Calderón decidió afrontar el crimen. ¿Por qué no se actuó? Lo terrible y dramático de los acontecimientos de Ayotzinapa fueron un detonador de otros casos que han existido en Guerrero, Michoacán, Tamaulipas, Chihuahua… Pero no se había cuantificado la dimensión del problema, ya nadie había preguntado más por los desaparecidos en forma colectiva.
En cuanto a la supuesta lentitud del Gobierno el punto va más allá, la organización política del Estado dificulta mucho la operación; México no es una república centralizada sino federal. Tenemos tres niveles de gobierno: federal, estatal y municipal y en términos de estos delitos la obligación de aclararlos era de los gobiernos municipales o estatales. La propuesta del presidente Enrique Peña Nieto es federalizar los cuerpos policiales bajo un mando único por cada uno de los 32 estados. Las reformas constitucionales van a mermar la autonomía de estos estados.
Sin embargo, críticos, incluso de la propia Televisa afín al Gobierno, han señalado que esta es la peor crisis de gobierno en los últimos años. Partidos como el PRD y PAN están salpicados y se indica que el Gobierno y los partidos están sumidos en la corrupción?
En todo el mundo los partidos sufren una crisis, en México también. Las sociedades ya no confían en sus políticos. Pero esta crisis está motivada por ineficacias, ausencias de acción; el gran tema pendiente en México es la justicia. Por eso el discurso del Presidente ataca directamente lo ocurrido en Guerrero, pero enfatiza que las medidas no solo deben abarcar el nivel policiaco o de seguridad sino el punto fundamental es la justicia social. Tenemos tareas pendientes, somos un país desigual…
El Mandatario se atrevió y se la jugó al realizar reformas profundas en los dos primeros años de su gobierno, son cambios radicales que modifican el marco institucional que cobijó muchos privilegios y zonas de confort para muchos grupos que se verán afectados en este contexto. Peña Nieto explicó que en la reacción violenta de ciertos grupos encapuchados puede haber sectores opuestos a las reformas.
¿Y usted cree que los escándalos por la mansión que compró la primera dama son de orden político?
Definitivamente, a río revuelto ganancia de pescadores. Eso es inoportuno e imprudente, no se vale aprovechar que el Presidente se encuentra en el extranjero fortaleciendo las relaciones políticas para sacar este escándalo. Toda apelación a la violencia y a infringir la ley justificando que otros lo han hecho simplemente no es posible tolerar.
¿De alguna forma, el hecho de cuestionar la reacción de algunos sectores con actos de violencia no es sobredimensionar la protesta y minimizar las marchas de miles de ciudadanos que han focalizado el descontento contra el Presidente?
No se está sobredimensionando. Hemos dicho que todos somos Ayotzinapa. En México se ha ganado mucho deslindando la figura del Presidente con la del Estado, hoy es el Ejecutivo Federal, el Congreso y la Corte Suprema de Justicia mientras antes eran uno solo. Creo que en este tipo de protestas la idea de que el responsable es una sola persona es seguir pensando en la tradición monárquica latinoamericana. Querer endilgar al Mandatario todo lo que ocurre es injusto.
Pero a escala internacional hay preocupación por la reacción política contra la protesta social. Los jóvenes de Ayotzinapa tenían una visión crítica con las autoridades y la respuesta fue desaparecerlos; ahora ocurre lo mismo en torno a las manifestaciones por estas 43 desapariciones. ¿Se castiga la protesta social?
La protesta social no se puede castigar porque si se mueve en los términos que ampara la Constitución mexicana, esta debe ser avalada y protegida por las instituciones.
¿Pero no ocurrió en Ayotzinapa?
Ahí está muy claro lo que sucedió. Hay la perfecta evidencia de que el crimen organizado permeó en su totalidad a dos alcaldías y a sus policías de Iguala y Cocula. Como explicó el Presidente, eran policías municipales pero además servidores de grupos criminales. Que son responsabilidad del Estado pues evidentemente, pero eran agentes del crimen, eso es lo que no se quiere deslindar. Pero lo que me preocupa es que en estas semanas ya no se menciona al crimen organizado, ni al narcotráfico, solo se responsabiliza al Estado. El problema de fondo es la geografía, tenemos una frontera con el mayor consumidor de drogas y el mayor aportador de armas (EE.UU.) a México.
Compartimos 3 000 kilómetros de frontera con ese país. Tal parece que la droga llega solo a la frontera pero alcanza hasta Canadá, Alaska, Chicago… No solo pasa eso sino que nuestro crimen organizado se arma en EE.UU. Eso es lo que tampoco se dice, cuáles son las verdaderas relaciones entre el crimen organizado mexicano, que es público y cuyos efectos son brutales, y el norteamericano. Si sacamos más hilos vemos que el tema es mucho más grave que el de unos policías y un alcalde. Los muchachos (de Ayotzinapa) venían efectivamente de una escuela normal que se ha caracterizado por su sentido crítico. No está muy claro si el 26 de septiembre se trasladaban para oponerse al algún evento que estaba organizando la esposa del alcalde de Iguala, que por cierto ambos ya están presos, o querían participar en las conmemoraciones por los 46 años de la masacre de Tlatelolco. Viajaban en camiones en forma pacífica pero fueron emboscados, es decir, ni siquiera dieron pretexto para una reacción así.
¿Y cómo desactivar esta protesta social, que es de mediano y largo plazos?
Creo que el paso que dio el presidente Peña Nieto el jueves es muy importante: recuperó liderazgo y autoridad. Manifestó la suficiente entereza para dar la cara y asumió la responsabilidad de emprender un cambio profundo. Abrió el camino para la activación de tres zonas económicas del sur, Chiapas, Guerrero y Oaxaca, que han sido postergadas. En el corto plazo el Presidente impondrá la autoridad en los estados y volverá la confianza en sus instituciones, todo esto reconociendo que llegamos a un límite, que de aquí ya no podemos pasar.
Esa reforma va a necesitar de acuerdos políticos y en la situación que atraviesan, con la presencia del crimen organizado, ¿cómo van a ejecutar estos planes?
La segunda parte no le puedo contestar porque desconozco hasta dónde se ha infiltrado el crimen organizado.
Pero ahí sí tiene cierta lógica las críticas contra el Gobierno. Si el Estado no combate al crimen organizado se corre el riesgo de armar un paramilitarismo.
El Presidente puso límites al crimen organizado. El próximo año hay elecciones donde se renueva el Congreso federal y los municipios, eso es una oportunidad magnífica para que la sociedad exprese su inconformidad; y buscar mecanismos para que tus candidatos no estén involucrados con el crimen organizado. Los focos ya son rojos, no amarillos.
Hoja de vida
Jaime del Arenal nació en México en 1953. Es abogado, historiador y profesor de derecho en universidades. También fue embajador en España. Desde mayo de 2013 se desempeña como embajador en Ecuador.
Su punto de vista “México es una sociedad democrática, con instituciones muy sólidas y absoluta libertad de prensa”.