Cerca de 3 000 personas en más de 20 pueblos y comunas situadas en las cercanías del volcán Tungurahua afrontan periódicos sobresaltos desde que empezó el proceso eruptivo en 1999.En ese tiempo, los vecinos no se resignaron a no hacer nada ante este desastre natural.
Ellos entienden que los principales riesgos por causa de la reactivación volcánica son las caídas de ceniza, flujos piroclásticos (nubes ardientes) y deslaves ocasionados por las lluvias que arrastran por las quebradas el material acumulado en los flancos del coloso.
Por eso en los últimos 12 años, los comuneros formaron un grupo de 40 vigías. Estos recibieron capacitación en planes de evacuación y de primeros auxilios y tienen equipos de comunicación, vías de escape y alarmas.
Esta instrucción está cargo de la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos (SNGR) y cuenta con la participación del Instituto Geofísico, a través de los técnicos que permanecen en el Observatorio del Volcán Tungurahua (OVT), situado a 14 kilómetros de Baños de Agua Santa.
En cuanto a los vigías, este grupo de voluntarios comunitarios se consolidó en el 2006. Sus 40 miembros, hombres y mujeres, pertenecen entre otras a las comunidades de Cotaló, Pillate, Chacauco, Cusúa, Juive y Baños.
Uno de ellos es María Cortez. Ella dijo que reciben capacitación continua. “Nuestro trabajo es reportar diariamente, a través de una radio portátil, sobre el comportamiento del volcán al OVT. Al mismo tiempo, recibimos instrucciones sobre qué debemos hacer e informar a los vecinos en nuestras comunidades”.
En los pueblos afectados por el volcán, los vigías son tratados con respeto. La gente confía en ellos.
Aparte los presidentes de los comités de Operaciones de Emergencia y los dirigentes barriales, con el apoyo técnico, instalaron una sirena en cada pueblo.
“Estas solo suenan cuando la gente debe evacuar hacia los sitios de encuentro o los reasentamientos definitivos ubicados en Pelileo, Baños y en Penipe”, explicó Patricia Salguero, moradora de Cusúa, uno de los poblados más afectados por los deslaves de lodo, piedras y vegetación. Allí moran 40 familias dedicadas, como la mayoría de vecinos, a la siembra de maíz, fréjol y pastos.
En cuanto a las vías de evacuación, Baños cuenta con calles señalizadas por donde deberán salir sus cerca de 17 000 habitantes para guarecerse en los refugios situados en zonas seguras. También en las comunas hay señalización para resaltar las vías de fuga.
En el 2006, tras una fuerte reactivación del Tungurahua, seis personas murieron cuando fueron afectadas por los flujos piroclásticos. Estos, según los técnicos, pueden alcanzar una velocidad de hasta 200 kilómetros por hora.
Los deslaves ocurren continuamente por 17 quebradas en distintos sectores de la vía Baños-Penipe. La gente sabe de esto y por esa razón está pendiente de las alertas del OVT y de los vigías comunitarios en ambas provincias.
Para las alertas
Baños es uno de cantones que más instrucción ha recibido para enfrentar los efectos del volcán. Sus habitantes incluso ejecutaron media docena de simulacros de evacuación en los últimos años.
El coordinador en Tungurahua de la SNGR, Marco Montesdeoca, dijo que la capacitación para enfrentar desastres es permanente en Baños, Pelileo, Píllaro, Mocha, Tisaleo y Cevallos.
La SNGR instaló dos repetidoras de radio transmisión en Loma Grande (Baños) y El Jimpe, en Quero. Facilita los reportes.