En vez de atún, los pescadores de las caletas de Las Piñas y Santa Rosa (suroeste de Manta) capturan merluza.
Son 165 pescadores artesanales que recogen esta especie por la falta de atún en el Océano Pacífico Oriental.José Calderón Mero pone su esperanza en la captura de esta especie de la familia de los demersales (peces de fondo) desde mediados de junio.
El pescador vive en Las Piñas. Viste buzo azul de lana, cuello alto, pantalones de plástico y botas de caucho, indumentaria obligada en esta época del año. Tiene que cuidarse de los vientos helados que aparecen en esta temporada por la influencia de la corriente fría de Humbolt.
Desde inicios de este mes, este pescador navega 90 minutos mar adentro para pescar a la merluza. De lunes a viernes, él y otros 164 pescadores de Las Piñas y Santa Rosa salen abordo de 40 lanchas de fibra de vidrio.
Las faenas empiezan a las 03:00 y se prolongan, en algunos casos, hasta las 16:00. Es la pesca de subsistencia, la del día a día, dice Juan Mendieta, el acompañante de Calderón.
Hace tres días, Calderón capturó cinco quintales de merluza. Para llegar con el producto hacia la playa de Las Piñas, acelera a fondo su motor fuera de borda.
Ya en la arena, Calderón empieza a descargar el producto. Cuatro estibadores, habitantes del lugar, le ayudan a bajar el producto. Llevan la merluza en cubetas plásticas hacia la zona de pesaje, ubicada en la margen derecha de la vía costanera.
“Aquí todo es improvisado, traemos los furgones cargados de hielo picado desde Manta. Luego se pesa la merluza y se coloca en fundas plásticas que se cubren con hielo”, comenta Wilson Carreño, trabajador de la empacadora Ocean Fish.
De 9 000 a 36 000 libras de merluza son embarcadas cada 48 horas. Es la cantidad que pescan las 40 lanchas de estas dos caletas manabitas.
Este pescado tiene buenas perspectivas en el mercado, pero hay que manejarlo adecuadamente, dice Jimmy Martínez, biólogo de la Subsecretaria de Recursos Pesqueros. A través de un convenio firmado con el gobierno de España, el buque de investigaciones de ese país Miguel Oliver navegó por la franja costanera ecuatoriana para estudiar la merluza.
En ese estudio realizado entre el 2008 y el 2009, los biólogos ecuatorianos y españoles concluyeron que la merluza vive en grandes cardúmenes entre los 200 a los 500 metros de profundidad en las costas nacionales.
Martínez asegura que también hay moderadas colonias de este demersal entre los 120 y 150 metros de profundidad. Es a esa franja donde llegan los anzuelos de los pescadores artesanales.
La carne blanca de la merluza es de excelente calidad y de bajo contenido graso. Cuando es extraída del mar, los pescados deben ser sometidos inmediatamente a procesos de congelamiento, pues esta especie es proclive a dañarse con rapidez.
Según Martínez, en el país hay tres empresas: dos en Guayaquil y una en Manta, que se dedican a la exportación del producto en filetes y tienen buena aceptación en España y Francia.