La Navidad renueva el negocio familiar en Santo Domingo

Las telas se convierten en decorativas. Mónica Crespín muestra parte de sus productos navideños. Foto: Juan Carlos Pérez/EL COMERCIO

Las telas se convierten en decorativas. Mónica Crespín muestra parte de sus productos navideños. Foto: Juan Carlos Pérez/EL COMERCIO

Es diciembre y el olor a chocolate inunda cada rincón en la vivienda de la familia Vinueza. Es el centro de operaciones de las amigas y compañeras de universidad, Diana Vinueza y Patricia Castillo. Ahí elaboran paletas con motivos navideños, para atender los pedidos que hacen los clientes a través de las redes sociales.

Los diseños más solicitados son los pesebres. Se trata de cinco figuras religiosas de chocolate blanco y negro. María Cevallos compró uno para regalársela al amigo secreto de su trabajo, adepto del dulce.

Las emprendedoras tienen previsto vender tres docenas de paletas por semana en la víspera de Navidad. “Nos fijamos en cada detalle. Eso nos diferencia del resto. Además, el chocolate no es amargo, gracias a la forma como lo preparamos”, asegura Castillo.

Es uno de los emprendimientos que se activan en diciembre, a propósito de la Navidad y Fin de Año. Los anuncios e iniciativas se ven en carteles ubicados en las calles, casas y en las cuentas de Facebook.

Uno de esos negocios temporales es el de Mónica Crespín. Ella elabora adornos artesanales como carameleras, renos, lazos, canastas, etc. “Todos son diferentes porque se les da un detalle especial”.

Además, en diciembre dicta cursos de adornos navideños de forma gratuita. Unas 70 personas participan desde hace 2 años. Crespín cuida de cada detalle al momento de enseñar.

Castillo y Vinueza también personalizan los chocolates. Les colocan el nombre del cliente o sus colores favoritos. Hay modelos que tienen hasta cuatro tonos distintos. Ellas deben rellenar de a poco el molde con pinceles de cocina  para que no se mezclen.

Esta misma técnica la utiliza Katty Muñoz, pero con figuras de cerámica. Ella puede tardar hasta ocho horas elaborando un adorno navideño. Durante el año, se dedica a enseñar las técnicas para hacer figuras en arcilla o yeso.

Pero en diciembre elabora más de 200 figuras que vende a sus clientas. La mayoría en blanco, para que las personas las pinten a su gusto. Las otras las coloca en una vitrina de vidrio trasparente y tienen motivos terminados.

Allí, las compradoras escogen las que mejor encajan con el ambiente navideño elegido para su casa u oficina.  “Para que mi pequeño negocio funcione debo darles opciones a los clientes.

Una de las ventajas de este trabajo es que haces lo que te gusta y las personas valoran el esfuerzo. En esta temporada, los artesanos dormimos pocas horas y se disfruta menos en familia”.

Pero como dice Vinueza, los emprendimientos pueden ser también un pretexto para juntar a la familia, además de dinamizar la economía de los hogares.

Cuando ella tiene pedidos grandes por entregar, su madre y hermana les ayudan a empacar los chocolates. Es un espacio para reír, charlar, reflexionar sobre la época.

Punto de vista

José Andrade, Catedrático

‘La perseverancia es clave’

El emprendedor debe planificar cada actividad para no perder el control del negocio. Es importante hacer pro formas con diferentes proveedores para elegir el más adecuado y ser perseverante. Eso permitirá que el producto tenga calidad y un precio accesible al público al que queremos llegar. Los emprendedores deben dar un paso a la vez. Empezar de menos a más e ir superando de a poco los obstáculos que se presentan.  Las utilidades permitirán que el negocio se agrande o diversifique. Por eso hay que  recanalizarlas y no solo gastarlas en Navidad.

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