Cuenca, en el sur del Ecuador, es conocida como la capital de las artesanías del país. En el Centro Histórico hay personas de la tercera edad que siguen con sus oficios de escultura, talabartería, hojalatería y reparación de sombreros de paño y paja toquilla, principalmente.
Entre otros se destacan Luis Albarracín, Miguel Ángel Plaza, Miguel Durán y Miguel Ángel Andrade, quienes tienen más de 50 años en estos oficios, que heredaron de sus padres. Ellos laboran en pequeños talleres en los que parece que el tiempo se detuvo. Sus herramientas de trabajo y sus métodos no han cambiado con el paso del tiempo.
Según el cronista vitalicio de la capital azuaya, Juan Cordero, Cuenca es la capital de las artesanías, porque la historia de esta actividad se remonta a la cultura Cañari que habitaba lo que hoy son las provincias de Azuay y Cañar. Ellos fueron los primeros en desarrollar actividades creativas en textiles, por ejemplo.
Con la influencia española, dice Cordero, tomaron auge los trabajos en oro y plata. Luego aparecieron otros oficios como la alfarería, que aún persiste en el barrio Convención del 45.
Albarracín es un maestro en hacer y reparar sombresos de paño y de paja toquilla
En el céntrico barrio de El Vado funciona el taller de Luis Albarracín, de 80 años. Desde la empedrada acera se observan los sombreros de paño y paja toquilla, que cuelgan de unos clavos.
Él lleva 63 años reparando y elaborando sombreros. “No dejo de trabajar para no enfermarme, cuando no lo hago me duele todo y estoy de mal genio”. Él sabe con exactitud cómo lavarlos, blanquearlos, plancharlos… para que sean usados otra vez. Cada semana tiene 50 pedidos y cada reparación cuesta USD 3. Un sombrero nuevo cuesta USD 30.
Miguel Durán lleva 52 años dedicado a la hojalatería
En una silla de madera pequeña está sentado Miguel Durán, de 65 años. Con planchas de acero inoxidable elabora cantarillas. Desde hace 52 años se dedica a esta actividad. Son recipientes desde para transportar desde tres hasta 220 litros de leche.
También fabrica regaderas, mecheros y otras piezas. Usa herramientas como tijeras, compás, cortadores, martillos, prensadoras… Las cantarillas cuestan entre USD 20 y 220. Sus principales clientes son los ganaderos, pasteleros, agricultores y turistas nacionales.
Las esculturas de Miguel Ángel Plaza están en varias provincias
Miguel Ángel Plaza, de 79 años, está orgulloso de elaborar esculturas y reparar santos. En su taller, ubicado en las calles Larga y Benigno Malo, tiene una imagen de la Virgen de El Cisne, que muestra a cada visitante.
Allí, solo hay cabida para un escritorio y una vitrina. No deja este oficio porque quiere seguir activo y porque sigue teniendo clientes. Sus obras están en El Oro, Loja, Guayas, Cañar… Medios de comunicación del exterior le han realizado reportajes.
Miguel Durán es talabartero por herencia familiar
Miguel Durán, de 63 años, es un experto en confeccionar monturas para los caballos, maletas y otros artículos en cuero. Él es uno de los pocos talabarteros de la capital azuaya.
Está medio siglo en esta actividad, que aprendió de su abuelo y padre. Su trabajo es minucioso y plasma diferentes formas en el cuero como ramas, coronas y círculos. Ha tenido pedidos de Estados Unidos y Alemania. “Cuando me enfermo, mi mejor medicina es regresar al taller”, que está ubicado en la céntrica calle Tarqui. Allí exhibe sus obras.