El cerramiento de madera de las camaroneras estaba lleno de ramas y maleza. Eran las huellas de la inundación que soportaron los camaroneros de Violeta, en el cantón Pedernales (norte de Manabí). Los muros tenían 3 metros de altura.
Fue necesario abrir trochas para facilitar el acceso a cada una de las piscinas, luego de las lluvias.
Javier Alcívar, uno de los afectados, pidió a un grupo de sus empleados que lo ayudara a reconstruir el cerramiento. Los primeros que llegaron se encargaron de retirar la maleza del muro. El otro grupo intentó mover la camioneta blanca que quedó atrapada en medio del lodo, cerca de 12 horas.
Cuando logró liberar el vehículo, la atención de Alcívar se fijó en las piscinas donde meses antes había colocado camarón de 14 gramos (pomada). Esperaba poder venderlo en los próximos días, pero el mal tiempo se adelantó.
Él vende el producto a pequeños intermediarios que, a su vez, lo distribuyen en Quito y Guayaquil. El precio referencial de la libra es de USD 2 en Pedernales.
Según la Asociación de Camaroneros de ese cantón manabita, hay 9 000 hectáreas de camarón, distribuidas entre 600 productores aproximadamente. “Calculamos que con las lluvias de los últimos días colapsaron 600 hectáreas de camaroneras”, dijo el presidente de la Asociación, Christian Fontaine. Cada asociado tiene entre 15 y 20 hectáreas.
Alcívar es uno de los más experimentados. Lleva 20 años en el negocio. En Pedernales, la actividad camaronera se desarrolló desde la década de 1980. “Es la primera vez que el invierno golpea tan fuerte en la zona. El agua hizo que las piscinas se rebosaran y que el producto se perdiera”.
Los camarones quedaron desperdigados. El miércoles pasado, la zona se llenó de garzas. Las aves arrasaron con el crustáceo ante la vista de los propietarios de las piscinas, que calculaban las pérdidas.
Alcívar hizo una inversión de USD 40 000 en sus dos piscinas de camarones.
El dinero lo empleó para comprar equipos como motobombas y mangueras. También para comprar las larvas y adecuar la infraestructura. Esperaba una ganancia de USD 60 000, pero se le escurrió entre las manos, dice.
Pedernales tenía un promedio de producción de 12 a 15 quintales por hectárea antes de registrarse las inundaciones. Ahora “estamos levantando información con los socios para que digan cuál será su producción”, agregó Fontaine.
Los camaroneros dicen que ahora les queda esperar a que el clima cambie y mejore con los días. Con las lluvias no se puede ingresar a las zonas productivas con maquinaria pesada. En la mayoría de piscinas se rompieron las paredes y el agua se cola.
La influencia del mar
Las fuertes lluvias coincidieron con una marea alta. El aguaje, que comenzó el 11 de marzo, provocó olas de hasta 3,30 metros de altura. Esto afectó el natural desfogue de las aguas de los ríos.
El agua dulce hace que las piscinas sean más propensas a la aparición de algas y también que se afecte el sabor del camarón, según los productores.
El Comité de Operaciones Emergentes levanta información para determinar las cifras reales de pérdida. Con base a esa información se adoptarán acciones con los afectados.