Luego de tres llamados de atención, el profesor le pidió que se retirara del aula de clase. José M,. de 17 años, cursa el tercer año de bachillerato en un colegio ubicado en el este de Santo Domingo .
Él asegura que para regresar a clases tuvo que llevar a su representante y hacer una consulta sobre la clase que se vio ese día.
Según el docente de la escuela Santa Rosa, Ignacio Vera, los castigos físicos y drásticos no están permitidos, porque atentan contra los derechos de la niñez y la adolescencia.
Por ello optaron por recurrir a llamados de atención que les dejen enseñanzas. “Debemos prepararlos para su futuro. Si un empleado incumple con sus obligaciones le envían un memorando o le despiden. Por ello se debe fomentar la responsabilidad”.
Este año lectivo, en 10 colegios de Santo Domingo las autoridades y padres llegaron a acuerdos para que los alumnos que son castigados realicen labor social.
Alrededor de 1 000 estudiantes están participando. Lo hacen entre dos y cuatro horas a la semana en fundaciones o en los ancianatos.
Juan Z., de 16 años, colaboró en el Hogar de Ancianos Santa Ana y San Joaquín. Allí debió ayudar a las religiosas en el aseo de los cuartos y baños. “Tenía coraje, al principio. Esas actividades no las hacía en mi casa y no era agradable experimentarlo en el ancianato”.
Agrega que luego de un par de horas, uno de los adultos mayores le empezó a contar historias sobre los errores que cometió en su juventud. “Mis ojos se llenaron de lágrimas, porque me reflejé en el abuelito. Él perdió a su familia. Yo no quiero pasar por eso”.
La madre de Juan, Clara Rosales, señala que el comportamiento de su hijo en clases mejoró. “Me parece una gran iniciativa para que los jóvenes conozcan la realidad”.
En el Hogar, los jóvenes también reciben una charla con Sor Carmen Granja, directora del Hogar Santa Ana y San Joaquín. Allí, ella les enseña a leer la Biblia y a reflexionar sobre su comportamiento. Además, los católicos, acompañan a los adultos mayores a escuchar la misa.
Granja recuerda un caso especial. Era una joven de 16 años. Los padres la llevaban cada sábado al ancianato para que ayudara. “Fue difícil, la señorita no quería estar aquí, pero de a poco nos ganamos su corazón. Luego siguió asistiendo y celebraba con nosotros su cumpleaños”, afirmó.
El orientador vocacional, Cristian Lozano, señala que los profesores pueden utilizar métodos pedagógicos para reprender, pero es indispensable que se expliquen las razones a los estudiantes. “La comunicación es fundamental cuando se quiere ayudar a un adolescente. Pero el trabajo debe complementarse en el hogar con la exigencia de respeto”.