La presencia de Aidé Valencia y sus siete hijos incomoda a los estudiantes del Colegio Técnico Carlos Concha Torres, de Esmeraldas.
Ella está albergada en el establecimiento desde hace dos meses cuando se inundó su vivienda en el barrio La Propicia 1.
fakeFCKRemoveOtras 11 familias ocupan tres aulas. Ayer, Los estudiantes protestaron cerrando la vía que conduce desde la ciudad Esmeraldas a Atacames y Muisne.
Aproximadamente, dos horas duró la manifestación. La Policía intervino y despejó la vía. Sin embargo, decenas de pasajeros, especialmente turistas no pudieron circular a tiempo.
El presidente de la asociación de estudiantes, Vicente Rodríguez, explicó que se sobrepasó el tiempo de estadía de los damnificados. “Se han registrado peleas entre los hijos de las familias y algunos alumnos y eso ya no soportamos”.
Dijo que el reclamo está dirigido a las autoridades de la provincia. “Hemos dialogado con los albergados y están de acuerdo en abandonar el plantel y solo esperan ser reubicados en las viviendas que les han prometido”.
En eso coinciden los afectados. “Ya queremos ir a nuestras casas, a algo propio. Aquí nos sentimos mal porque interrumpimos las clases de los jóvenes que muchas veces dejan de tenerlas porque estamos ocupando sus aulas”, relató Aracely Klínger, también damnificada.
Una situación similar vive otro grupo de damnificados. En el recinto ferial de La Propicia, María Toala, de 74 años, camina lentamente por un dolor en sus rodillas. Dijo que no sabe dónde ir cuando salga de allí.
Los directivos de la Cámara de Comercio de Esmeraldas, propietaria del recinto, pidieron a las familias que desocuparan el lugar, porque allí se realizarán las actividades artísticas y comerciales del 5 de Agosto. Con esas fiestas se celebrará la independencia de Esmeraldas.
Toala cree que volver a su casa construida con caña guadua, en la isla La Burrera, no es la solución. En esta comunidad solo quedaron lodo y cultivos devastados. Las plantas de limón, plátano y naranjas desaparecieron con la crecida del río Esmeraldas, en marzo pasado.
“No tenemos a dónde ir. El Miduvi nos prometió reubicarnos en unas casas nuevas, pero no se ve nada”. Su vecino Roque Ponce solo espera la orden del desalojo. “Teníamos la esperanza de salir de aquí a un lugar mejor, pero ya no sabemos que pasará con nuestras familias”.
En la feria, donde están 29 familias desde hace dos meses, cocinas, colchones, ropa y demás enseres permanecen en el suelo. Los servicios de agua potable y luz reciben con irregularidad. Los cuartos que les dieron son los estand de la feria y están cubiertos con plásticos.
Miguel Salvatierra, director del Miduvi en Esmeraldas, dijo que se instalan albergues provisionales, que se pueden desmontar, para ponerlos allí.