Luego de cinco días de mantenerse en actividad moderada, el volcán Tungurahua volvió a inquietar a los habitantes de las zonas de riesgo. A las 17:30 del jueves, una fuerte explosión lanzó flujos piroclásticos (lava en fragmentos impulsada por gases) que descendieron en segundos por la quebrada de Cusúa.
Los técnicos del Instituto Geofísico dicen que el flujo llegó 3 kilómetros bajo el cráter. Lo que más les sorprendió es que bajó en silencio. Vladimir Llerena, comandante de los voluntarios de la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos (SNGR) de Pelileo, observó ese fenómeno.
“Llegó cerca de Cusúa. Inmediatamente, Manuel Caizabanda, presidente del Centro de Operaciones de Emergencia de Pelileo, aplicó el plan de contingencia. Esto es, la evacuación de las personas de Cusúa, Chacauco y Bilbao”.
Con apoyo del Ejército, Policía, Bomberos, Cruz Roja y de la SNGR se recorrió por esos poblados y la noche del jueves fueron evacuadas 37 personas: 13 de Bilbao, 11 de Chacauco (4 niños y 7 adultos) y 13 de Cusúa (9 niños y 4 adultos).
Esteban Meneses, morador de Bilbao, explicó que el material volcánico los tomó por sorpresa. “Escuché las sirenas y salí con mi familia. Pero el piroclástico ya estaba cerca. Solo pensé en salvar a mis hijos”, dijo Meneses.
Todas las personas evacuadas fueron al reasentamiento de la Paz, situado en Pelileo, o a las casas de sus familiares. Muchos seguían desconcertados por lo que habían experimentado.
Marco Montesdeoca, jefe de la SNGR-T, dijo que en adelante la evacuación nocturna de las zonas de riesgo será obligatoria. “Un camión del Ejército ingresará en las mañanas con los pobladores. Los 20 uniformados permanecerán en las comunas por si se presenta otro fenómeno ”.
En tanto, desde la comuna El Manzano (Chimborazo) se observó claramente el descenso del material. A su paso levantó el polvo volcánico acumulado desde la reactivación del coloso el pasado 22 de noviembre.
Pablo Sánchez, vigía de esa comuna, explicó que fue difícil permanecer tranquilo. “Tuve que repasar en la memoria nuestro compromiso: informar del coloso y cuidar las pertenencias y animales de los vecinos. Ahora, algunas mujeres y niños están en los albergues”.
Pero no todos se marcharon. Las autoridades saben que hay gente que se quedó para cuidar sus pertenencias en los poblados de El Manzano, Chacauco, Choglontús y Puela en el cantón Penipe (Chimborazo). La mayoría pasa en vela.
Esos asentamientos se encuentran en las quebradas del volcán Tungurahua. Las explosiones, los flujos piroclásticos y los movimientos de tierra les quitan el sueño. Se estima que son 40 comuneros.
Luis Gavilánez es uno de ellos. A él no le preocupan los ruidos del coloso, más bien sus silencios. Así se explicó: “si se calla significa que acumula energía. En consecuencia se avecinan explosiones fuertes, mucha ceniza e incandescencia”.
Gavilánez permanece en El Manzano con sus ocho hijos y su mujer en una casa de bloque y madera. Teme perder lo único que posee a pesar del peligro.