Al salir de la curva cerrada, en el km 60, el paisaje cambia. Se deja atrás las paredes de tierra y entre la espesa vegetación se observa una cascada de unos 50 metros.
Es la más grande que puede encontrarse en la vía Alóag – Santo Domingo. El sonido del agua golpeando las piedras se impone. Es la cascada del Napa.
“Siempre me detengo para observarla”, dice el conductor Rodrigo Rosado. “Las personas se toman fotografías y también aprovechan para lavar los vehículos”.
Al pie de la cascada hay dos lavadoras. Usan bombas de succión para tomar el agua.
La cascada puede observarse todo el año, pero en invierno; con las lluvias, el volumen del agua se incrementa y salpica a los vehículos que cruzan por el sitio.
Entre el kilómetro 35 (sector La Virgen) y el kilómetro 90 se forman 35 cascadas. Nacen en las provincias de Pichincha y Cotopaxi y desembocan en el río Blanco, que es utilizado para la práctica de deportes extremos.
Las cascadas más pequeñas miden entre seis y ocho metros. Los turistas pueden llegar a pie a estas, pero con precaución. Especialmente en las curvas de la vía, pues hay gran afluencia de tránsito. La arteria es la principal que une a la Sierra con la Costa.
Los pobladores de la zona incluso utilizan las cascadas menos correntosas para refrescarse cuando el sol arremete. Lo hacen especialmente los fines de semana y otros días de descanso.
También es un destino predilecto de los deportistas que practican rappelling.