Mariana Hurtado aún recuerda cuando debía preparar los alimentos y tenía que caminar 20 minutos hasta el mercado o el canal de riego de la parroquia lojana de Vilcabamba para traer agua.
Ella vive en Los Wilkos, un barrio ubicado a 800 metros de Vilcabamba. Allí habitan 125 familias que no tenían el servicio. “Se mendigaba el agua”, cuenta Dora Toledo, otra vecina.Esas familias lograron incluir a su barrio en el proyecto de Aguas Subterráneas, que ejecuta el Consejo Provincial de Loja desde el 2002 con el aporte de Japón.
Este país, como aporte a la firma de la paz con Perú, donó maquinaria para las perforaciones de pozos. También asesoró a la Prefectura y transfirió su tecnología para el programa de dotación de agua subterránea a las comunidades con más escasez del líquido.
Ahora en este barrio hay jardines y huertos familiares. Para encontrar el agua, los vecinos participaron en mingas para excavar cuatro pozos. En dos, ubicados en el sitio Yamburara, a 2 kilómetros de distancia, se encontró agua adecuada para el consumo.
Heriberto Ramón es el encargado de monitorear su funcionamiento. Tiene una caseta en cada pozo. Allí verifica si hay suficiente agua para el barrio. En total, ambos pozos producen 10 litros de agua por segundo.
Con esa producción, Hurtado y sus vecinos tienen líquido todo el día. Para tener este servicio cada familia aportó USD 50. Además, pagan USD 2,60 por 12 m³ al mes. Con ese dinero se financia el pago del operador y la energía que consumen las dos bombas que se utilizan para extraer el líquido desde el subsuelo y se envía a un reservorio del barrio.
Desde el 2002, en ocho de los 16 cantones lojanos se abrieron 46 pozos subterráneos para dotar de agua a 30 000 habitantes. Incluso para cabeceras cantonales como Macará, Catamayo y Paltas.
Allí, el agua subterránea permitió a los municipios ampliar los horarios de entrega del líquido a su población. Según Julia Jimbo, del departamento de Infraestructura del Consejo Provincial, el cantón Zapotillo es la zona más afectada por la sequía. Allí se construyeron 18 pozos.
El más reciente es el Jaguay Grande, que costó USD 90 000. Tiene un pozo, una línea de impulsión, un tanque de reserva y medidores de agua para 64 familias. Esas personas a través de mingas excavaron un pozo de 100 metros de profundidad.
En Zapotillo, en la zona fronteriza, está en ejecución el proyecto Cañaveral en la parroquia Cazaderos. Ya se perforó un pozo de 150 metros de profundidad. Esta obra beneficiará a 40 familias.