El miércoles, en un bar de Quito, hubo un encuentro informal de tres de los integrantes de la banda más importante de los años 80: Promesas Temporales. Allí, una mujer reflexionó cuando se dio cuenta que esa música, al cabo de los años, sigue vigente. Y dijo que esto es muestra de que también había un Ecuador antes de estos nueve años que cumple la revolución ciudadana.
Ha pasado el tiempo y es cierto que había un Ecuador de antes. Es obvio. Pero decirlo una y otra vez, como se lo hace desde el Gobierno, más parece una necesidad de autoconvencimiento. La imagen de fin de año fue la de un país que no debía repetirse porque, como bien dicen, “el pasado no volverá”. Pero volvió. Y se lo quiere resolver con un ofrecimiento de disculpas. Esa parece ser la lógica: las disculpas. Así se resuelve todo: “No me gustó lo que escribiste; tienes que ofrecer disculpas; si no, nos vamos a juicio”.
¿Que es la primera vez que ocurre en estos nueve años? Puede ser. Pero eso no quita que fueron los maestros los destinatarios de este retraso, precisamente ese sector tan vital, tan ponderado, pero que no deja de estar en las escalas inferiores de la concepción salarial de un país que afirma haber terminado con los males del pasado. Además, solo los que son profesores de primaria, secundaria e incluso universitarios saben lo difícil que es ser docente.
Pero hay algo que nos devuelve a un pasado aún más perverso: el moralismo y el machismo que EducaTV nos ofrece: la propaganda discriminatoria del VIH. No debería sorprendernos. El Presidente ha criticado varias veces a aquellos que supuestamente confunden progresismo con la promoción del “hedonismo más puro y más vacío: el placer por el placer”. ¿Para qué otra cosa sirve el placer si no es por el placer en sí? Pero lo cierto es que se traslada a la sociedad una visión regresiva, para nada superadora y, para colmo, de pésimo gusto estético. Y seguramente, de un pasado que no existió nunca.