¿Ha leído usted la demanda que un ciudadano “de cuyo nombre no quiero acordarme” (más por profilaxis cívica que por desmemoria) ha presentado, con un acrobático desdoblamiento, contra los autores de ‘El Gran Hermano’? Es un ejemplo de coherencia política, de respeto a la libertad de expresión, de conmovedora humildad, de trato edulcorado y señorial a sus críticos, de desinterés pecuniario y, por qué no decirlo, pues por el momento me limitaré a este aspecto, de impecable y casi montalvina escritura: mal redactada, con puntuación incorrecta, con inconcebibles errores de sintaxis y hasta con faltas de ortografía. La grata lectura de este texto incomparable me ha permitido diferenciar tres tonos:
De humildad: Con inusual y ejemplar humildad, para conocimiento del juez y admiración nuestra, el ciudadano desdoblado informa que ha logrado “buen nombre y reputación forjada a lo largo de mi vida en base a un arduo trabajo y dedicación”, que “por medio de votación popular” fue electo “Presidente Constitucional de la República”, función que ha desempeñado “con apego a mis principios y valores, de manera democrática y transparente, con manos limpias de toda corrupción”, que ha actuado “en forma próvida y legal” y que es el “primer interesado en hacer que todos y cada uno de los ciudadanos cumplan con la ley y su procedimiento, siendo el más grande garantista (sic) de la Constitución de la República”.
De respeto: ‘El Gran Hermano’ -un ‘pseudo libro’- “es falso, humillante, injurioso y ofensivo, desde su portada hasta la página 460 y el índice” (?), “atenta contra las buenas costumbres y valores de nuestra sociedad” y es “desperdicio de la lengua española creada por los referidos pseudo escritores” (sic). Éstos -los ‘pseudo escritores’- son ‘paniaguados’ de “la oligarquía corrupta”, tienen las “mentes perversas llenas de odio y maldad de quienes nunca han ganado una elección popular” y, evidentemente, buscan con sus “delincuenciales afirmaciones”, como única finalidad, “resquebrajar mi honor, atropellar mi buena imagen y someterme a la censura nacional e internacional”.
De desinterés: Como estos ‘testaferros’ de la partidocracia, con su ‘pseudo libro’, le han producido “gran humillación, grave aflicción social y moral y desprestigio frente a todos los ecuatorianos y lectores en general”, lo que le causa “gran sufrimiento, angustia y dolor”, afecta su salud y le hace sufrir “físicamente” y sentir “angustia y ansiedad”, para precautelar los derechos que le “asisten en la Constitución”, pide al juez que declare “a lugar (sic) mi pedido en contra de estos maliciosos y temerarios pseudo escritores” y que los condene al pago de diez millones de dólares, que deberán ser cancelados -añado yo- en efectivo o con cheque certificado y, por supuesto, sin retención de impuestos.