Redacción Guayaquil
Con la quema de llantas y gritos. Así, varios de los afectados por la lluvia del último fin de semana en Guayaquil protestaron en demanda de atención a las autoridades.
En la vía que atraviesa el Bloque 22 de Flor de Bastión, noroeste del Puerto Principal, los damnificados cerraron esta mañana la calle impidiendo el paso tanto de vehículos particulares como de la transportación pública.
María Lascano, quien perdió todos los enseres al meterse agua y lodo en su vivienda de caña, pedía a grito a las autoridades cascajo para rellenar los terrenos de las casas y las calles de la cooperativa conocida como la ‘ladrillera’.
“Desde hace cinco días estamos sin luz y ahora no pueden entrar los tanqueros de agua”, se quejó Antonia Sabando. Además piden al Gobierno, a través del Ministerio de Desarrollo y Vivienda (Miduvi) que les reconstruya sus casas.
Las vías de acceso internas están cortadas. El lunes, horas después de producida la inundación, maquinaria de Interagua amplió el cauce del canal retirando pequeños tubos colocados dirigentes de la cooperativa de vivienda. Sumado al taponamiento por la acumulación de basura, provocó que se desborde y cause daños y pérdidas materiales a 54 familias.
Las personas ingresan al barrio a pie por un pequeño puente de madera sobre lo que ahora apenas lleva una leve corriente de agua. Por ello no pueden entrar los tanqueros de agua potable.
Sin identificar con nombres o apellidos, varios pobladores acusan a “dirigentes de la cooperativa” de haber rellenado varios puntos del canal para tener más terrenos sobre los cuales poder construir más casas.
Seis miembros de la Policía Nacional acudieron al sitio para intentar restablecer el tránsito en la zona. Pero los protestantes, en su mayoría mujeres, se resistían a que se reabra el tráfico vehicular hasta que no lleguen las cámaras de televisión así como autoridades del Gobierno y el Municipio de Guayaquil.
Tras dos horas los protestantes depusieron la medida y los buses urbanos pudieron volver a circular por la zona.