En esta parroquia habitan 801 personas. Está ubicada a 45 minutos de la capital. En Navidad la gente se organiza para ayudar a los más necesitados. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
No hay luces de colores en las ventanas, ni guirnaldas en las puertas. Aquí muy pocos juegan al amigo secreto ni hay intercambio de regalos en la Nochebuena.
En Chavezpamba, una parroquia rural ubicada a 45 minutos de Quito, el comercio no ha maquillado la Navidad con lentejuelas ni deudas. Este es un pueblo religioso para el que solo la novena, la comida comunitaria y la ayuda al indigente pueden preparar a la comuna para la llegada del Niño Jesús.
Este es un poblado de 801 habitantes donde solo un par de casas tiene árbol de Navidad. El silencio en sus calles es casi inquebrantable.
Las vías angostas de adoquín y las casas pequeñas parecen adaptarse con las mujeres de baja estatura que caminan por la plaza. El pueblo tiene solo dos vías principales. Así es Chavezpamba: una parroquia escondida entre Minas y Puéllaro donde el 25 de diciembre las personas visitan las casas de los ancianos abandonados y de los discapacitados, para ayudarles a limpiar el hogar y adornarlo con flores de campo.
Para Matilde Bastidas, presidenta de la Junta Parroquial, pese a los problemas que acarrea ser la segunda parroquia más pequeña del Distrito (recibe bajo presupuesto), la mayor ventaja es el espíritu comunitario. Los niños no esperan grandes regalos en estas fechas, necesitan mucho menos para ser felices. Lo cuenta Matilde mientras camina por Pilgarán, el barrio más grande de la parroquia donde se encuentra una de las tres escuelas de la zona, dos de ellas unidocentes.
Si se ordena de mayor a menor las parroquias de Quito en cuanto a servicios básicos, Chavezpamba aparece siempre entre las tres últimas, las menos afortunadas, sin importar si se habla de recolección de basura, agua potable, luz… En esta zona solo el 18.8% de la población vive en casas que disponen de todos esos servicios.
Quizá no tienen luces adornando los patios porque es la parroquia del Distrito con el porcentaje más alto de familias sin medidor de luz. Pero eso no los limita el festejo navideño.
La novena
El asistir a la novena es todo un ritual. Cada día se la celebra en casas distintas. Entrada la tarde, un morador toca la campana y la gente sale de sus hogares y camina despacio hacia la morada donde toca el rezo.
Se canta, se lee y se brinda galletas y agua de canela (con un mordisco de puntas) a las cerca de 70 personas que participan.
Según el Municipio, todas las administraciones zonales del Distrito cuentan con parroquias donde las casas tienen características físicas inadecuadas. Chavezpamba ocupa el penúltimo lugar. Aquí, el 17% de la población habita en viviendas inapropiadas. La supera únicamente Minas, su parroquia vecina del norte.
Aquí la gente es muy religiosa. La voz del sacerdote es sagrada. Matilde comenta que la ayuda del párroco es fundamental en la realización de mingas o de reuniones. La gente, con sus propias manos, ha ayudado a abrir caminos, a adecentar casas.
Para la celebración del 24, hacen una recolección de ropa usada entre amistades o familias y preparan los presentes para las personas más pobres.
Ya no se hace la misa de medianoche a las 24:00 porque hay ancianos que viven lejos y no tienen luz, por lo que se dificulta su regreso a casa. Hoy, la celebran a las 18:00.
Durante la ceremonia el templo se llena. Hay sahumerio, banda de pueblo, incluso se encienden juegos pirotécnicos y los más pequeños se visten de yumbos, de payasos, de ángeles y bailan para el Niño las canciones de Navidad.
A pesar de la falta de servicios, esta es la tercera parroquia con menor índice de desocupación de Quito. Solo en 1.15% de la población en edad para trabajar no está ocupada. En Chavezpamba la gente se dedica a sembrar la tierra, a criar animales… Por más necesitada que esté la gente, siempre tiene como alternativa comer lo que la tierra le da.
Buena parte de la población tiene cuyeras en casa, por eso ese es el plato principal de la cena. Margarita Merizalde, de 44 años, tiene el criadero más grande de la parroquia, con unos 500 animales.
En diciembre, la venta aumenta. Los últimos días, por ejemplo, vendió al menos 30 animales. Se los encuentra desde los USD 8 hasta los 10. Si el cliente lo quiere pelado le cuesta USD 1 más y si lo prefiere asado, debe pagar 15.
Un cuy alcanza para cuatro personas. Hay algunas familias que no pueden comprarlo, por lo que asan un pollo de campo o se benefician de la comida que la Junta Parroquial reparte a los más necesitados.
Aquí la celebración de la Navidad no ha cambiado en las últimas décadas. César Ayala, de 65 años, recuerda que cuando era niño festejaba estas fechas con el pase del Niño, se disfrazaba con coronas y túnicas, rememorando los tiempos cuando vivió Jesús.
Y bailaban con una caña de maíz o de azúcar en la mano. Y al igual que hoy, no existían regalos y tampoco hacían falta.