Joel Devalez (der.) dejó su trabajo en Bélgica y se radicó en Cuenca. Él vende salsas, vinos… y participa en una feria por la fiesta de la capital azuaya. Fotos: Giovanni Astudillo / EL COMERCIO
En Cuenca ya no es novedad encontrarse con jubilados
europeos o estadounidenses comprando en el mercado, viajando en bus o caminando por los parques lineales de los ríos Tomebamba y Yanuncay. Lo que no era común es encontrar a extranjeros menores de 50 años radicados en esta ciudad.
Desde el 2009, cuando empezó este fenómeno migratorio hasta el año pasado, más de 3 000 parejas de jubilados trasladaron su residencia a esta urbe, según datos de la Cámara de Comercio local. Pero desde el 2015 también arriban europeos, norteamericanos… que están en edad productiva.
No hay cifras oficiales, pero esa tendencia es confirmada por Paulina Crespo, coordinadora de Relaciones Internacionales del Municipio y por Jonathan Mogrovejo, de Cuenca HighLife, quien tiene un periódico virtual donde publica las noticias del país en inglés para los extranjeros radicados. Tiene 12 000 lectores diarios, la mayoría de Cuenca.
Según él, estos nuevos inmigrantes llegan con proyectos claros. “Abren un negocio de servicios para solucionar las necesidades insatisfechas de otros extranjeros”. Realizan asesorías en compra-venta de inmuebles, proyectos sociales, acompañamiento en trámites, sistemas tecnológicos, pero principalmente invierten en bares y restaurantes.
El inglés Paul Wilmot, de 45 años, laboraba en su país en diseños de muebles y hace cinco años llegó a Ecuador por vacaciones. A través de Internet conoció a la cuencana Nancy Yanza. Ellos concretaron una primera cita en el parque Calderón, en el Centro Histórico.
Hace año y medio regresó, se casó y se quedó. Su hija Emily nació hace siete meses. En la actualidad es dueño del bar Common Grounds (Tierras Comunes), ubicado por la zona rosa. Es visitado por extranjeros como Chris y Linda Powers, un matrimonio canadiense que considera radicarse en la urbe. “Nos gusta”, dice Lina, quien es ingeniera civil.
El inglés Paul Wilmot (der.) invirtió en un bar-restaurante en la zona rosa de Cuenca.
Paul Wilmot habla poco español, pero participa en las reuniones familiares y de amigos. Entre bromas, cuenta que aún no come cuy ni mote. Le gustan el hornado, las cascaritas de cerdo, las humitas…
El belga Joel Devalez, de 50 años, llegó hace cuatro meses e incursionó en la gastronomía combinando las técnicas europeas con productos locales. Elabora vinagres, salsas y vinos, como el de capulí.
Según él, estaba cansado de trabajar 10 horas al día y no era reconocido por sus jefes. “Allá es complicado iniciar un negocio de gastronomía y unos amigos me recomendaron que visitara México y recorrí algunas ciudades, pero no me gustó”.
En junio pasado llegó a Cuenca. Le gustó y regresó a Bélgica para tramitar su permanencia en Ecuador. Ahora participa en la feria Hola Gente Arte y Artesanía, que organizó la Empresa Municipal de Desarrollo Económico de Cuenca por los 459 años de fundación de la capital azuaya, que se cumplen hoy.
Devalez dice que esta ciudad le gustó porque tiene actividades culturales y porque sus habitantes aprecian los productos novedosos. Con los buenos resultados logrados en esta feria invertirá en un negocio para comercializar sus productos con la marca Le Gourmet.
Otros, como el alemán Pete Helmet, de 49 años, no cambiaron de actividades. Es programador de sistemas y sigue laborando en la capital azuaya para empresas de Estados Unidos. La Internet es su aliada.
Según datos del departamento de Relaciones Internacionales del Municipio, en la ciudad viven personas de más de 40 países, la mayoría de Estados Unidos. Le siguen los ingleses, alemanes, canadienses, franceses y asiáticos. Paulina Crespo, coordinadora de ese Departamento, señala que otros aspectos que atraen son los servicios básicos, cobertura de salud y movilidad. “Su llegada es positiva, porque dinamiza la economía local”.
El iraní Zubín Alibabai, de 26 años, arribó en mayo pasado por vacaciones y pasó un mes con su padre Reza, de 57, radicado desde hace dos años. “Me enamoré de la ciudad y de la convivencia cultural”.
A finales del 2015 retornó con su novia, la estadounidense, Samantha Shawver, de 24 años. Ambos laboran en el Bar & Grill Kabab de Reza Alibabai, ubicado en la avenida Remigio Tamariz. En sus países de origen, Shawver trabajó en un restaurante y Zubín en una empresa petrolera.
“Pero buscábamos una ciudad con un estilo de vida apacible, económica, que tenga movimiento comercial… y eso es Cuenca”, dice Zubín.