Los datos recopilados servirán para conocer los riesgos y necesidades de los diferentes sectores. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO.
El grupo de intervención de la Cruz Roja del Ecuador realiza un censo en las poblaciones de riesgo del volcán Cotopaxi este sábado 19 de septiembre del 2015. Los 90 socorristas del país recorren barrios, comunas y parroquias recopilando información en una aplicación ubicada en un teléfono celular. Los jóvenes voluntarios fueron trasladados en camionetas a las zonas y luego lo realizarán a pie. Cada voluntario está identificado con los uniformes de la Cruz Roja.
Los datos recopilados servirán para conocer los riesgos y necesidades de los diferentes sectores. Además, de la distribución del agua, el estado actual del líquido vital y del saneamiento ambiental en los poblados de las parroquias Mulaló, Aláquez y Joseguango Bajo. La información obtenida será entregada a las Unidades de Gestión de Riesgos de los municipios afectados por el coloso de las provincias de Pichincha y Cotopaxi.
Henry Ochoa, coordinador Nacional de la Cruz Roja Ecuatoriana, indicó que la información se destinará para la actualización de los diferentes planes de contingencia. “Estamos ampliando la información sobre los medios de vida de la población y el impacto económico que podría provocar una eventual erupción del volcán. En el informe final se incluirán datos de la Secretaría Nacional de Discapacidades para no duplicar esfuerzos”, explicó Ochoa.
En el barrio Maldonado Toledo, de la parroquia Mulaló, los vecinos les esperaron en la cancha principal. Allí los dos rescatistas les solicitaron que retornaran a su casa para visitarlos. El incesante sol no impidió realizar la actividad. La voluntaria Cristina Sánchez, de Quito, preguntó a los ocho vecinos sobre los sistemas de agua que utilizan, los centros de salud más cercanos y cómo deben actuar en el caso de una emergencia.
“Estamos en una zona de riesgo y toda la ayuda que nos brindan es bienvenida. Tenemos que aprender a vivir con el volcán y saber cuándo salir de nuestras casitas”, comentó la vecina María Toapanta.
La agricultura, de 57 años, vive con sus tres hijas en una casa de un piso. La vivienda de bloque y techo de zinc está divida en cinco cuartos. En un extremo de la modesta casa hay jaulas donde crían conejos, cuyes y gallinas. “Lo bueno es que no está arrojando ceniza y los pastos vuelven hacer verdes para que se alimenten las dos vaquitas que tenemos”, dijo Toapanta.