Ayer en la mañana, estudiantes recibían clases de manejo en uno de los centros de conducción de Aneta, en Quito. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
Gritan, cruzan el semáforo en rojo, rebasan por el carril derecho, ingresan a destiempo en los redondeles o sobrepasan los límites de velocidad. Solo hay que permanecer 10 minutos en las vías concurridas de Quito para enumerar las infracciones de los usuarios de vehículos particulares.
En los accidentes que ocurren a diario en la capital y a escala nacional, los conductores con licencia tipo B tienen buena parte de responsabilidad.
Un estudio de la Comunidad Andina de Naciones revela que los choferes sportman están implicados en el 67% de todos los siniestros que se reportan en el territorio ecuatoriano.
Hay dos explicaciones a este fenómeno. La primera: el mayor porcentaje de conductores que hay en el país posee una licencia tipo B. Y la segunda: la falta de preparación y de conocimientos de los conductores no profesionales, según lo señala un informe de Aneta.
En el año que terminó, la Agencia Nacional de Tránsito (ANT) registró 35 706 accidentes en las vías del país. La impericia e imprudencia de los conductores provocó el 93% de esos casos.
Ayer, la ANT reanudó los servicios en Quito para sacar las licencias, luego de una semana sin atención. Hubo decenas de usuarios que hicieron fila en los exteriores de la Agencia.
Pese a las estadísticas, la Asamblea, a través de una reforma a la Ley de Tránsito aprobada en 2014, decidió eliminar la obligatoriedad del curso de conducción como requisito para acceder a la licencia B.
Desde ayer, los usuarios que requieren ese documento y saben conducir, solo deben superar los exámenes psicosensométrico, teórico y práctico.
Es decir, ya no es obligatorio matricularse en un centro y aprobar las 33 horas de instrucción que se exige en el Reglamento para escuelas de conducción no profesional.
La reforma se dio pese a las alertas de investigaciones académicas en las que se advierte la estrecha relación entre la falta de conocimientos de los conductores y los accidentes.
En 2014, un estudio desarrollado por la Universidad Estatal de Quevedo proponía aumentar de 33 a 99 horas el tiempo de instrucción para los aspirantes al permiso tipo B.
En el documento se advierten ocho beneficios si la carga horaria se incrementara. Por ejemplo, la “reducción de la siniestralidad”, la “disminución de costos humanos, psicológicos y económicos derivados” de los accidentes, “el cumplimiento de la Ley de Tránsito”, entre otros beneficios.
La eliminación de la obligatoriedad del curso deja criterios divididos entre los usuarios. Ayer, este Diario publicó una encuesta en la plataforma digital sobre esta reforma. De 876 respuestas, el 39,9% dijo no estar de acuerdo con ese cambio.
Aquellas personas que intentan sacar la licencia tipo B aún desconocen la reforma. En las primeras horas de vigencia de esta disposición, Aneta, una de las escuelas que operan en el país, no ha reportado inscripciones de usuarios que deseen solo dar las pruebas psicosensométrica y práctica.
Para Marcelo Portero, profesor de teoría de ese centro de conducción, la reforma es un “retroceso” . “Para el Ecuador es grave. No por el hecho de que haya menos alumnos para esta institución, sino porque la sociedad estará más expuesta. (Los conductores) no van a conocer una cantidad de temas que aquí se imparte”.
¿Cuál es la situación en otros países de la región? En Colombia, por ejemplo, el Estado entrega el permiso de conducción luego de superar, como mínimo, 10 horas de curso práctico y teórico; además de un examen de salud y reflejos.
Chile, en cambio, no exige el paso por un curso de aprendizaje y cada municipio evalúa a los aspirantes a la licencia.
En Puerto Rico, el Departamento de Transportación y Obras Públicas exige a los aspirantes al menos un mes de conducción con un permiso de aprendizaje. Luego de ese tiempo se puede solicitar un examen práctico como requisito previo a la licencia.
Guatemala tiene un mecanismo similar al que funcionaba en Ecuador antes de la reforma. Los aprendices deben superar un curso teórico y práctico en los centros antes de tramitar el documento.
Aunque en el país la reforma aprobada en el 2014 eliminó la obligatoriedad, los usuarios, de manera opcional, pueden matricularse en un curso regular de 33 horas.
En contexto
En diciembre del 2014, la Asamblea Nacional aprobó un paquete de reformas a la Ley de Tránsito. Una de ellas fue la eliminación de la obligatoriedad de seguir un curso para obtener una licencia tipo B.