Uno de los campamentos para damnificados, en Pedernales, armados con la ayuda humanitaria internacional, en este caso de la Agencia de la ONU para los Refugiados. Foto: Vicente Costales/EL COMERCIO
La ayuda humanitaria para enfrentar la emergencia causada por el terremoto en Manabí no deja de llegar. Esta semana vino desde Perú, Bolivia, Argentina, China y México.
Y, pese a que la cooperación ingresa por canales oficiales, su contabilización ha causado complicaciones en el sistema. Hay países y organizaciones que lo hicieron a través de la Cancillería, otros por la Secretaría de Cooperación Internacional (Seteci) o por la de Gestión de Riesgos (SNGR). Incluso algunos, al calor de la emergencia, intentaron saltarse el protocolo, que en estos casos es reducido y más ágil.
Hasta el viernes, el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) no avalaba la información de lo recibido. Los datos venían desde aquellas tres oficinas, pero debían confirmar que los aportes habían llegado y verificar que su registro no esté duplicado.
El Ministerio Coordinador de Seguridad lidera los procesos durante las emergencias. La SNGR es el brazo ejecutor y el ECU provee la infraestructura para la centralización del trabajo y de la información. Pero ninguno puede emitir información sin el aval del COE. Ninguna institución ha podido responder aún cuál es el alcance o balance de la ayuda.
Iván Martínez, titular de la Seteci, explica que una vez que la información esté lista, aunque no hay una fecha, la publicarán en un portal web, para que la ciudadanía pueda constatar todo lo que se ha recibido: desde especialistas y rescatistas, insumos, equipos e incluso colaboraciones económicas.
La noche del terremoto hubo países que se apuraron en ayudar. China desembolsó USD 100 000 desde su Cruz Roja para su par ecuatoriana, Venezuela y Colombia enviaron insumos y rescatistas.
El embajador colombiano Fernando Panesso cuenta que su presidente, Juan Manuel Santos, contactó inmediatamente al vicepresidente Jorge Glas. La principal solicitud de Ecuador, además de los rescatistas, fue agua.
La ayuda internacional debe cumplir requisitos. Según el protocolo de la SNGR, se estableció una lista de las necesidades. Y esa Secretaría filtra los ofrecimientos, si esa ayuda no es necesaria no se la acepta.
Ya una vez que el aporte ha sido entregado a las autoridades, este queda a disposición del Gobierno o del organismo al que iba dirigido. Pero no toda la cooperación es destinada al Estado, hay países e instituciones que derivan sus aportes a temas o áreas específicas.
El Gobierno de Canadá ofreció, además de especialistas, ayuda monetaria, pero a través de Cruz Roja, Care Canadá, la Organización Panamericana de la Salud, la Mancomunidad del Norte y la Conferencia Evangélica de las Asambleas de Dios de Ecuador.
Estados Unidos lo hizo de forma similar, ha aportado USD 2,6 millones en ayuda; 80 toneladas de provisiones fueron entregadas a través del Programa Mundial de Alimentos de la ONU.
Lo que se entrega al Gobierno, indica Panesso, al menos por parte de Colombia, es responsabilidad exclusiva del Estado, sin que después el vecino país necesite conocer cómo o adónde se destinó la ayuda. En su caso, los insumos los recibieron las FF.AA. y la SNGR.
También hay casos en que los donantes acompañan el proceso. Uno de los aportes de China fue de 5 000 carpas y 10 000 camas plegables, por lo que Wang Xinming, agregado político, aclara que deben hacerlo así para enseñar cómo ensamblarlas y utilizarlas.
Una vez que la ayuda ingresa al país se distribuye -al igual que los aportes internos y los insumos o equipos existentes- con la guía de la autoridad encargada de cada sector. Si son víveres lo hará el Ministerio de Inclusión, maquinaria el de Transporte, equipos médicos el de Salud, etc.
La logística está a cargo de los militares. Además, cada Ministro encargado de las zonas del desastre organiza la distribución y asistencia en el territorio, en coordinación con la SNGR.
Con las instituciones independientes acreditadas en el país, los procedimientos son similares, deben cumplir los mismos protocolos y normas, pero gestionan sus recursos.
La Cruz Roja, indica Roger Zambrano, coordinador de su programa de Gestión de Riesgos, trabaja en coordinación con el Estado, para no duplicar esfuerzos. Pero ellos sí deben rendir cuentas a sus donantes. Dependiendo del caso lo hacen una sola vez, trimestral o semestralmente.
Ellos tienen dos criterios esenciales: que la ayuda sea digna y rápida. Lo que entregan lo registran, con un tique o carné, para poder hacer seguimiento, dependiendo del caso.
Lo mismo pasa con el Programa de la ONU para el Desarrollo. Diego Zorrilla, su delegado en Ecuador, cuenta que los aportes los ejecutan a través de proyectos de organizaciones y del Estado. Y les dan seguimiento, porque deben transparentar su gestión y rendir cuentas a sus donantes.
La Unión Europea entrega su ayuda a través de organismos como la ONU, señala Peter Schwaiger, su encargado de negocios en el país. Y, aunque son entidades en las que confían plenamente, el protocolo exige que se pidan cuentas sobre el destino de los recursos.
En la cadena de responsabilidad y coordinación de esta ayuda también ingresa el Ministerio de Finanzas. Este se encarga de los aportes económicos, pero que ingresan directamente a las cuentas bancarias para donaciones desde el exterior. Entonces, lo ponen a disposición de la SNGR y si, es necesario, hacen desembolsos a determinados ministerios. El PNUD también habilitó otra cuenta para colaborar con esa recolección.
Otro canal son las embajadas y consulados ecuatorianos. Estos coordinan con los actores de cada país y trabajan en la recolección de donaciones individuales. También habilitaron cuentas bancarias para aportes económicos.
Según Linda Machuca, cónsul en Nueva York, hasta el sábado anterior enviaron 80 toneladas de insumos, siguiendo los protocolos establecidos.
Y la cónsul en México, María Sol Corral, dice que han enviado 51 toneladas. Otras 61 están a la espera y llegarían mañana. Pero la Embajada pidió que ya no se donen insumos sino aportes económicos. Ya que si no hay un vuelo humanitario para transportar la carga, el costo de hacerlo sería de unos USD 85 000.