Santiago Zeas, corresponsal en Bogotá
Los canales diálogo entre los gobiernos de Colombia y Venezuela quedaron prácticamente rotos, en medio del creciente escenario de tensión atizado por las amenazas de guerra lanzadas por el mandatario venezolano Hugo Chávez.
El presidente Chávez realizó un duro desplante su colega colombiano, Álvaro Uribe, al no responder sus llamadas telefónicas. Durante las últimas horas Uribe trató de comunicarse directamente con el líder venezolano, con el objetivo de buscar un acercamiento para superar la crisis bilateral, sin que este último contestase sus llamadas.
De igual modo actuó el canciller venezolano Nicolás Maduro, quien tampoco respondió las llamadas de su homólogo colombiano, Jaime Bermúdez, quien tiene la misión de hallar un camino de bajar la tensión.
La revelación del desplante la hizo el propio Jefe de la diplomacia colombiana desde la India, donde realiza una gira.
A pesar de la negativa de Caracas de dialogar con Bogotá, el canciller Bermúdez reiteró que su país está dispuesto a retomar las conversaciones bilaterales.
Sin embargo, el Gobierno colombiano todavía no se ha pronunciado sobre una de las posibles alternativas para buscar una aproximación con Venezuela: el ofrecimiento de Brasil de ser un posible mediador de la crisis.
La diplomacia colombiana todavía no ha tomado una decisión de aceptar o no la iniciativa brasileña, de buscar un encuentro entre los presidentes Chávez y Uribe el próximo día 26 en Manaos, a propósito de una cita de países amazónicos.
La posible intervención brasileña ha recibido muestras de apoyo en las últimas horas. De hecho, ayer, el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, dijo que el posible encuentro del día 26 puede ser una “valiosa” oportunidad para reabrir el diálogo.
No obstante, en Colombia hay ciertas reticencias a aceptar la intervención brasileña. Círculos políticos y legislativos cercanos al gobierno de Uribe ven con recelo al presidente brasileño Lula da Silva. La razón: Brasilia ha solicitado a Bogotá que firme un documento regional en que se comprometa a que el acuerdo militar con EE.UU. no implicará una posible agresión a países vecinos.
Precisamente, la tensión entre Colombia y Venezuela se disparó el domingo por causa de la firma del acuerdo militar entre Bogotá y Washington, para el uso de siete bases militares colombianas.
Según el presidente Chávez, supuestamente EE.UU. prepara una operación militar desde esos puestos militares colombianos para desestabilizar su “revolución socialista”. Por ello, el domingo Chávez pidió a la población y a las FF.AA. prepararse para una guerra con Colombia.
La Casa de Nariño tomó esas declaraciones como una amenaza de guerra. Por ello, ayer, tomó contacto con miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, con el objetivo de poner en su conocimiento la escalada verbal desde Caracas.
Venezuela decidió congelar relaciones diplomáticas desde julio pasado, luego de que el gobierno de Uribe decidiera suscribir el convenio de seguridad con EE.UU. para el uso de las siete bases. Además, Chávez consideró una ofensa la acusación lanzada desde Bogotá, que miembros del Ejército venezolano colaboran con la guerrilla colombiana, a través de la entrega de cohetes y otro tipo de armamento.