César Montúfar, que se calificó como acusador del Vicepresidente Glas, recibió críticas y ataques. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
El juez Édgar Flores anunciaba la pena de seis años y el exasambleísta César Montúfar dice haber visto un gesto de aturdimiento en el rostro del vicepresidente Jorge Glas.
Sintió tristeza por él y por su familia. “No había nada que celebrar. Era una tragedia para todo el país, pues se confirmaba que hubo corrupción en el (anterior) Gobierno”.
Ahora reconoce que valieron la pena las horas que se desveló leyendo documentos, los largos debates con su equipo de abogados y hasta el dinero que pagó en las copias del expediente.
No recuerda cuánto le costó, pero asegura que pagó con sus recursos. Hoy tampoco le importan los golpes que le dio un grupo de simpatizantes del Segundo Mandatario.
Julio César Sarango, quien actuó como defensor de Montúfar en el juicio, recuerda que hubo momentos en que vio al exlegislador titubear entre seguir o desistir como acusador particular. Es más, él también quiso abandonar el caso por toda su complejidad. Pero continuó e hizo la defensa gratuitamente.
Recuerda que al exasambleísta le afectaron las críticas de analistas y abogados, quienes calificaban de absurdo que haya entrado como acusador particular, pues decían que no era víctima directa en el caso de asociación ilícita.
Desde la entrada en vigencia del Código Integral Penal, en agosto del 2014, en el país no había un precedente en el que un ciudadano, a título personal, se presente como víctima en los juicios de corrupción.
La única que ejercía este rol era la Procuraduría, como defensora del Estado.
La asambleísta Marcela Aguiñaga se opuso siempre a que Montúfar acusara al Vicepresidente. “Es ilegítima, nunca probó su interés y afectación directa como lo dispone el Código Penal.
Arrogarse la calidad de víctima sin serlo solo demuestra su oportunismo y empecinamiento por buscar rédito mediático”.
Esa decisión, de involucrarse directamente en el juicio, le quitó el sueño más de una noche. Pese a ser un acto personal, habló con Raúl Cavanilla, miembro del movimiento Concertación. Le consultó cómo podía participar en el proceso legal y le respondió que debía presentarse como acusador particular.
Cavanilla cuenta que Montúfar se sentía preocupado por una posible persecución judicial si es que los jueces absolvían a Glas y porque sentía desconfianza en la independencia de la justicia.
Finalmente se decidió por la acusación después de ver que las denuncias y que la Fiscalía no respondía a los pedidos que había enviado desde febrero.
Sandra Fierro es amiga del político desde hace 41 años. Ella vio la frustración cuando no recibía esa respuesta. Una vez le cerraron las puertas de la Fiscalía y no le permitieron que entregara un escrito.
La primera denuncia que el exasambleísta presentó contra Glas fue en febrero, antes de las elecciones en las que participaba como asambleísta y por lo tanto gozaba de inmunidad.
La Fiscalía lo llamó a reconocer firma y rúbrica (ratificar su denuncia), justo después de que perdiera las elecciones. “Fue un momento de duda, pero creí que debía hacerlo por un mínimo de coherencia”.
Como acusador, Montúfar debía aportar con pruebas sobre el delito. Entre la información que proporcionó están los documentos del viaje que Glas realizó a Brasil en el 2011, como ministro de Sectores Estratégicos.
En esa visita se reunió con representantes del Banco de Desarrollo de ese país y con directivos de Odebrecht. El objetivo de esa prueba era demostrar que la relación de Glas con la constructora “no era de alguien que dijo haber echado a patatas a Marcelo Odebrecht (directivo)”.
La familia de Montúfar estuvo siempre de acuerdo con él, incluso sus hijas menores.
Quería que sus pequeñas no se involucren en este proceso judicial, pues dice que a su edad no debían preocuparse por temas como este. Aún así, ellas le preguntaban cómo le iban en las audiencias. Una de ellas tiene 8 años y por las mañanas leía las noticias de los diarios.
Fueron 15 días de diligencias. Tuvo que sacar vacaciones en la U. Andina para asistir al juicio. “Yo no acusé a Jorge Glas por algo personal”.
En la parte final solicitó al Tribunal que ordenara abrir investigaciones por otros delitos. Pero admite que las pruebas eran de la Fiscalía.
Sandra Fierro y Montúfar estudiaron juntos en el colegio Americano y ella recuerda que desde que él tenía 13 años notaba el interés por la política. “Nos decía que como adolescentes vivíamos en una burbuja”. Él, en cambio, organizaba actividades para conocer mercados, barrios y a la gente.
Su trayectoria
Es licenciado en Sociología por la Universidad Católica del Ecuador. Tiene un PhD en Ciencias Políticas por la New School for Social Research de Nueva York.
Su experiencia
Es profesor universitario. En el 2009 fue asambleísta por el movimiento Concertación Nacional Democrática.
Su familia:
Tiene 53 años y cuatro hijos.