Chile. DPA
Los cambios económicos y sociales que afectan a América Latina desde 1980 provocan una serie de transformaciones estructurales en las familias y los riesgos que ellas encaran. Esto, según estadísticas de los propios gobiernos.
En Argentina, Venezuela y Brasil, por ejemplo, las uniones de hecho representan ya entre un tercio y la mitad de todas las familias. En Bolivia, El Salvador y Nicaragua, la esperanza de vida creció hasta en 16 años, generando nuevas demandas en la salud geriátrica. “Los impactos de estos cambios demográficos son múltiples y cuestionan los sistemas de previsión y atención al riesgo social”, agrega un informe de Cepal y el Fondo de Población de Naciones Unidas.
“La vida se ha prolongado, la entrada a la adultez se ha retrasado, los jóvenes se mantienen más tiempo en el sistema educativo, las personas son más libres de decidir unirse o separarse y el número de hijos que prefieren tener. También son libres de manifestar diversas orientaciones sexuales”, agrega el estudio.
Estas transformaciones no son homogéneas. En los jóvenes, la disolución de la familia es todavía más acentuado.
Por ejemplo, en el Perú, Colombia y Panamá sobre el 80% de los jóvenes menores de 24 años mantienen matrimonios sin papeles, cifra que oscila en torno a un 60% en Argentina, Bolivia y Venezuela.
Entre un 20 y un 40% de los niños entre 0 y 14 años viven en hogares que cuentan solamente con jefatura femenina, lo que ahonda sus problemas de ingreso y pobreza. Eso lleva a trabajos en la calle a temprana edad.
En este punto, la mayor crisis ocurren Venezuela, Nicaragua y El Salvador. En Bolivia, Colombia, Honduras y Paraguay la tasa de fecundidad de mujeres con educación primaria duplica a la de las mujeres con educación media o superior.