Para los moradores de Cumbayá, Tumbaco, Puembo, Pifo y El Quinche, retornar a sus domicilios por la noche en bus supone dos requerimientos: puntualidad y paciencia.
Y para ello, deben trasladarse hasta la terminal interparroquial Río Coca, en el norte de Quito, que, pasadas las 22:00, luce semivacía. A esa hora, hasta los cuatro quioscos de venta de comida y golosinas se encuentran cerrados. Lo mismo ocurre con los baños y hasta con el andén que vende los boletos para el traslado de pasajeros hacia nuevo aeropuerto Mariscal Sucre, en Tababela.
Los visiblemente agotados pasajeros llegan al lugar para subir a la última unidad que avanza hasta la parroquia de El Quinche. Esta es la única opción certera para llegar a su destino. Entre los usuarios deambulan los dos guardias de seguridad, quienes por experiencia cuentan que a esa hora “ya todo es botado“.
Eso lo tiene muy claro Jóselyn Jiménez, estudiante de la Universidad Salesiana. Ella sale de clases a las 21:00 y luego debe ir ‘volando’ hasta la Río Coca para tomar la última unidad, el bus la Cooperativa Reina de El Quinche que sale a las 22:15.
Ese es el último bus disponible, por lo que los pasajeros deben recorrer una suerte de ‘peregrinación’ por todas las paradas, ya que el conductor va despacio, recogiendo a los afortunados que se topan con la unidad a lo largo del trayecto.
Aproximadamente a las 24:00, Jóselyn llega a su domicilio, en El Quinche, con la satisfacción de no haber pasado ningún sobresalto. “Por suerte nunca me he atrasado al bus. Si eso ocurre no sé qué haría”. El valor de la tarifa es de USD 0,95.
Pero Lisandro Saransi, trabajador de 28 años, no puede decir lo mismo. En más de una ocasión, él ha llegado a la Río Coca y se ha topado con la infausta noticia de que ya se ha ido el último vehículo. En esos casos, no tiene más remedio que comunicarse con familiares que residen en Quito para que le brinden posada hasta el día siguiente.
Esto porque la carrera de taxi, la mayoría de veces informal, fluctúa entre USD 30 y 35 hasta su domicilio. “Es demasiado”, confesó, mientras observa cómo la unidad 3190 abre las puertas para que una ‘estampida’ de 25 pasajeros suba.
Saransi tiene claro que no debe “hacerse muy tarde en Quito” para poder llegar a su domicilio sin problemas. La misma reflexión la aplica Jorge Solórzano, que reside en Cumbayá, aunque él corre con un poco de ventaja con respecto a Jiménez y Saransi. ¿La razón?
Si por alguna situación extraordinaria Solorzano pierde el bus, en la parte exterior de la estación, en plena avenida Río Coca, también ofertan el servicio de transporte hasta Tumbaco– solo hasta Tumbaco- tres busetas escolares. El costo del pasaje en estas unidades es de USD 1, aseguró el chofer del vehículo, que prefirió mantener su nombre en reserva.
En esta ocasión, Solórzano decidió ir en el bus 3190, que está decorado con tres imágenes religiosas de la deidad que lleva el nombre de la Cooperativa. El dueño de la unidad, Robert Aguirre, dijo que los jueves y viernes son los días en los que más demanda de pasajeros nocturnos hay.
En los tres años que tiene el bus, aseguró que no ha visto “nada fuera de lo común”. A no ser de los ciudadanos que se excedieron en los tragos y se quedan dormidos en los asientos.
“La gente ya sabe que el último carro a El Quinche sale a las 10:15. A veces tratamos de esperar un poco más”. Luego de que el último pasajero aborda, Aguirre da la señal al conductor para que ponga en marcha el vehículo. La unidad abandona la estación y atraviesa junto a más de 10 taxis que a partir de esa hora se aprestan a regatear con los ‘atrasados’ que ya no tienen más opción para llegar a casa.