Bebés heredan de sus madres adicción a la ‘H’

Hasta el pasado jueves, este bebé con síndrome de abstinencia seguía internado en la Maternidad Mariana de Jesús. Mario Faustos / EL COMERCIO

Hasta el pasado jueves, este bebé con síndrome de abstinencia seguía internado en la Maternidad Mariana de Jesús. Mario Faustos / EL COMERCIO

Hasta el pasado jueves, este bebé con síndrome de abstinencia seguía internado en la Maternidad Mariana de Jesús. Mario Faustos / EL COMERCIO

Aún no tiene nombre. Nació hace casi un mes y desde entonces no ha podido estar con sus padres. Tampoco ellos se han preocupado por él.

Su refugio es una incubadora de la Unidad de Cuidados Intensivos de la Maternidad Mariana de Jesús, donde duerme sobre una toalla gruesa que sustituye al pecho materno. A ratos, sus pies se sacuden.

Poco después del parto, el pequeño no paraba de temblar. Su cuerpo se tornaba rígido y su llanto era inconsolable.

El bebé heredó la adicción de su madre, una mujer de unos 25 años, que ocasionalmente visita la maternidad para preguntar por él y luego desaparece. Ella es adicta a la droga ‘H’.

El año pasado, este hospital público del suburbio de Guayaquil diagnosticó a 22 neonatos con el síndrome de abstinencia neonatal. “Nacen sin complicaciones, pero después de uno o dos días estaban irritables, convulsionaban, tenían fiebre. Descubrimos que las madres consumían alguna droga y que la transmitían a sus bebés por la placenta”, explica Katiusca Hernández, directora técnica de la maternidad.

Uno de esos pequeños murió. Después de múltiples crisis epilépticas, un paro cardíaco acabó con su vida. “Era una intoxicación severa”, recuerda el neonatólogo Oswaldo Andrade. “Su madre llegó a dar a luz drogándose y ni siquiera le importó cuando le dijimos que su hijo había muerto”.

En los cuatro primeros meses del 2016, la Mariana de Jesús ha detectado 17 bebés con el síndrome. En un 90% son hijos de madres adolescentes.

Para el diagnóstico, los neonatólogos de este centro recurren a la escala de Finnegan, que evalúa 15 alteraciones del sistema nervioso. Si el niño tiene más de ocho síntomas, es considerado un caso severo.

El tratamiento dura unos tres meses e incluye bajas dosis de fenobarbital, un anticonvulsionante que aplaca los síntomas después de seis días. “También se requiere una evaluación neurológica. La droga puede causar retraso psicomotriz, alteraciones del oído, de la visión…”, explica Andrade.

El bebé de la incubadora recibe el medicamento por vía intravenosa. Ante la ausencia de su madre, cada día el banco de leche materna del hospital envía tubitos para alimentarlo. Consume unos 400 mililitros y está creciendo rápidamente.

La lactancia está prohibida para las madres que se niegan a la desintoxicación. Pero la técnica del apego, ese contacto piel con piel con sus hijos, ha motivado cambios.

“Muchas dejaron las drogas con el apego; un 50% colabora con esta técnica que consiste en tener al niño en el pecho, inicialmente sin amamantarlo. Luego de tres días de pruebas para verificar que los dos estén desintoxicados, empieza la lactancia”, dice Andrade.

Librarse de la ‘H’ no es tan sencillo. La psiquiatra Julieta Sagñay, del Instituto de Neurociencias de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, asegura que es una droga sumamente adictiva, que afecta gravemente al sistema nervioso.

Es una mezcla de un 40% de heroína y varios compuestos neurotóxicos, como cemento, gasolina, alquitrán, diazepam. “Al inicio los consumidores se vuelven hipersexuales y luego no pueden dejarla porque sufren dolores intensos, insomnio, diarrea, vómito, ansiedad”.

Un pequeño paquete de ‘H’ cuesta USD 0,25, como le han contado los pacientes. Cuando se crea una adicción, necesitan dosis cada dos o tres horas.

Sagñay recuerda que conoció el primer caso de un recién nacido con adicción a esta droga hace tres años. “Sus padres le ponían el polvo en la nariz. Luego supe que el bebé murió”. Otro pequeño nació con una malformación de sus intestinos a causa del narcótico. Y otro llegó hace pocos meses a su consulta. “Su llanto era como un maullido. La madre, una adolescente, se levantó, le dio el bebé a su abuela, fue al baño a consumir; se lo puso en el ­pecho y se calmó”.

En Guayaquil, dos maternidades y dos pediátricos han registrado casos y tienen en marcha sus protocolos de atención. La Mariana de Jesús pidió el apoyo de la Policía Especializada en Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen) en las visitas a los hogares, para verificar que tanto el niño como la madre sigan el tratamiento.

El jueves, el pequeño de la incubadora recibiría el alta. Los médicos oyeron que un familiar había llegado por él, pero sus documentos de identificación no convencieron al agente de la Dinapen a cargo del caso. Al parecer, no era su padre.

En contexto

20 894 adolescentes, de entre 10 y 19 años, asistieron a terapias del Ministerio de Salud por adicciones al alcohol y a las drogas, el año pasado. 4 068 fueron mujeres. El 80% de se registró en Guayas. Un mes de terapia residencial le cuesta al Estado USD 1 271.

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