En lenguaje quiteño es muy común el uso de esta expresión: “ay, calle, calle”, que denota un descontento, un fastidio o un ruego a alguien que habla demasiado o quizá erradamente…
Este quiteñísimo dicho podía aplicarse con mucho respeto y consideración al señor Presidente, a fin de que baje la alta dosis de sus aplaudidos torbellinos verbales de los sábados y días posteriores, lo cual sería muy saludable para el país y para el señor Presidente, como recurso tranquilizante.
A menos que el Gobierno desee aplicar el “calle, calle” a los medios de comunicación a los que aparentemente el Mandatario y su Asamblea odian y temen. ¿Por qué será?…