Arabia Saudita, una potencia petrolera ultraconservadora suní, continuará durante el reinado de Salman con la política marcada por la firmeza con el yihadismo y la apertura a sus vecinos en una región en plena metamorfosis, estiman los expertos.
El nuevo monarca aseguró en sus primeras declaraciones que no habrá cambios en la política saudí después del fallecimiento del rey Abdalá.
“No creo que haya cambios importantes” durante el reinado de Salman y del príncipe heredero Muqrin, declaró a la AFP Frédéric Wehrey, especialista en el Golfo del instituto Carnegie Endowment for International Peace.
Los Al Saud “comparten la misma visión del mundo, pero pueden discrepar ligeramente en algunos asuntos de estrategia y de táctica”, añadió el analista, que prevé una continuidad en la cooperación con Estados Unidos sobre la lucha contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI) , presente en Siria e Irak, países fronterizos con Arabia Saudí.
“La línea general de las relaciones estadounidenses-saudíes, sobre todo contra el EI, debería mantenerse bastante sólida”, dijo en alusión a la participación de Riad en la coalición internacional antiyihadista liderada por Estados Unidos.
Para el analista kuwaití Ayed al Manae, “ Arabia Saudita es un aliado de Occidente y un Estado de orientación islámica ” . “ Su política exterior no experimentará cambios de fondo, aunque el estilo pueda diferir entre un dirigente y otro ” .
Pragmatismo
En su conjunto, añadió, el país “ mantiene una relación pragmática con Occidente ” , aunque los vínculos con Estados Unidos conocieran altibajos desde que Washington inició en 2013 una apertura hacia Teherán.
Arabia Saudita, recelosa a un acercamiento de Occidente a Irán, su rival regional chiita, “seguirá desconfiando de su vecino, acusado de injerencia en los asuntos de Irak, Siria, Líbano, Bahréin y Yemen”, explicó Manae.
“Aunque Salman es conocido por ser un conservador, le será difícil desviarse de la política trazada bajo el reinado de Abdalá, y además deberá fomentar la armonía con su príncipe heredero Muqrin, un reformista”, considera Manae.
Según él, “el príncipe Muqrin podría, en el plano interno, desarrollar la experiencia del Majlis al Shura (consejo consultivo, designado) para que evolucione hacia un tipo de parlamento con prerrogativas limitadas”.
Reducir la ayuda a Yemen y a Egipto
También debería continuar la política social emprendida por el rey Abdalá para “ ayudar a las población más desfavorecida, entre la que reclutan las corrientes fundamentalistas islámicas ” , fuente de preocupación para la dinastía de los Al Saud, estimó.
“El reino necesita un poder central fuerte (…), capaz de reaccionar política y militarmente” a cualquier suceso en la región, explica el investigador, que cita la situación “ siria, en Bahréin y en Yemen”. Estos dos países fronterizos son escenario de disturbios, en los que están implicadas las comunidades chiitas sospechosas de vínculos con Irán.
Según fuentes políticas yemeníes, Riad suspendió recientemente su ayuda a Yemen, donde la milicia chiita armada de Ansarualá, también llamada huti, controla la capital, Saná, y forzó el jueves la dimisión del presidente y del gobierno.
“Las presiones saudíes continuarán probablemente hasta que los hutis demuestren que no ejercen de cabeza de puente a Irán en Yemen”, explicó el analista kuwaití.
Pero el reino, afectado por el desplome de los precios del petróleo, del que obtiene el 90% de sus ingresos, reducirá su ayuda a otros países árabes, como Egipto, explicó Frédéric Wehrey.
“Ya asistimos a un recorte de la ayuda saudí a Egipto (…) porque los saudíes no pueden continuar indefinidamente su ayuda con la bajada del precio del petróleo”, explicó.