El aquelarre es una reunión de brujos y brujas con la presencia del diablo y/o la diabla, por tanto, las “deidades” no pueden estar presentes; sin embargo en Caracas ocurrió el encuentro entre el único dios viviente, Adonis Maradonis, y un brujo local, Huguín Orinoquín.
Adonis fue a Caracas a curarse las heridas del Mundial de Sudáfrica y condenar al hijo de pulpa que predijo el triunfo de los hijos de la Merkel sobre los hijos de la Kirchner, y luego extendió su tentáculo para que Grondona terminara con la fugaz dirección del dios viviente. Hoy, para los feligreses de la Iglesia Maradoniana, el pulpo Paúl es la misma imagen del demonio y se ha prohibido, so pena de excomunión, el consumo de este mariscón octópodo.
Malas lenguas dicen que Chávez quería asesoramiento de la deidad para declararse omnipotente, omnipresente y omnívoro, de la sabana venezolana, y desde allí, predicar su revolución vacectomizada por los confines de América. Acá, los de la Trampucheta Gloriosa del 26 de julio, comienzan a cantar: “Ya viene el niñito jugando entre rosas…”.